El Amanecer de la Espiritualidad Tántrica

 

"Los años no perdonan".

Resignada claudicación ante la aparentemente inevitable pérdida de vitalidad que acompaña a la imparable cuenta adelante de los años.
Particularmente, y apenas superada la cincuentena, este sentimiento de haber iniciado la cuesta abajo se había colado en mi interior como un ladrón sigiloso.
Sutil, pero inexorablemente, lo que en inicio fue una sensación de estancamiento devino en certeza de decadencia física y anímica.
Es  cierto que, en gran medida, tanto los años de práctica meditativa personal, así como las sesiones diarias y retiros en Karma Samten Ling, habían supuesto una vía imprescindible para recargar las baterías vitales y espirituales. De hecho de no haber contado con ello las cosas pintarían bastante peor sin duda.

Por tanto nada más lejos de mi intención mostrar aquí atisbo alguno de desprecio o desvalorización de esta práctica, en la que seguiré el resto de mi vida.

Ahora bien, también cabe reconocer que mi crecimiento personal en la Consciencia, seguramente debido a mis propias condiciones kármicas, si bien progresaba lo hacía algo despacio o no se instalaba con la suficiente solidez como para saltar las carencias energéticas que iban adquiriendo más peso con el paso de los años.

¿Cómo superar definitivamente tantos y tantos momentos de conciencia pobre y mortecina, de frustración vital?
¿Cómo desechar de una vez por todas las voces fantasmas que susurran al oído que  lo mejor de la vida  pasó y que ya no cabe esperar grandes alegrías? (Resignación y más resignación…)
En mi caso no sin ayuda.

El conocimiento de mi situación interna era un libro abierto para  mi Maestra de Meditación así como el claro conocimiento de cuál sería la medicina apropiada para sanar mis dolencias físicas y espirituales.

Era preciso profundizar en la meditación y orientarse de forma drástica y definitiva hacia el total despertar.
Pero…¿cómo?
 ¿Se trataba tal vez de incrementar la práctica tal y como se había dado hasta el momento?
Desde luego ninguna objeción en ello.
Pero no era solo eso.
Hay una vía radical y directa que asumiendo las energías vitales y especialmente las sexuales las transmuta y usa como combustible que purifica todos los Chakras e impulsa al practicante hacia la experiencia de la vacuidad gozosa de la mente hasta el total despertar.

Es así como me inicio en los primeros balbuceos de la práctica de la Meditación tántrica, de un modo vital y experiencial, lejos de teorías y disquisiciones filosófica o librescas.
Con naturalidad y sencillez, aunque no sin ciertas resistencias interpuestas por mi inconsciente personal, sobrecargado de represiones y moralismos mal digeridos, la Consciencia se abre paso en la práctica de la relación tántrica, haciéndose cuerpo vivo.
El encuentro sexual con mi pareja tántrica es de una calidad radicalmente distinta de lo conocido hasta el momento.

La fusión de los cuerpos, el acto sexual, es como una mecha que se dispone a la Consciencia que prende en ella el "Fuego Místico" que arde sin quemar en un calor gozoso e intenso que vivifica el cuerpo todo, meciéndolo en ondas de sonido chispeantes, ligero y suelto.
La pasión inicial desemboca por sí misma, dulcemente, en un gozoso deleite de una cadencia suave y serena.

Durante prolongados instantes vivimos  estados de no dualidad, sin un ego controlando las cosas. Hay unidad y fusión.

La energía fluye desde el centro energético de la parte alta de la cabeza y desciende hasta Chakra Secreto, para volver a ascender, todo ello a través del canal de la columna, el canal central, su camino por derecho propio, participando el cuerpo todo, globalmente de este fluir espontáneo.
¡Qué limitadas las palabras!
¡Y todo ello en un solo fin de semana!

Tal vez todo lo descrito hasta el momento pueda parecer un milagro o quizás una exageración, pero ciertamente más tiene que ver con lo primero, ya que respecto a lo segundo temo mas bien, haberme quedado corto.

Puede que la práctica meditativa realizada estos años atrás haya servido como preparación, pero no tengo duda alguna que es sólo gracias a la energía meditativa aportada por la Consciencia que he recuperado la energía vital y he profundizado en el espíritu en una dimensión hasta el momento inalcanzable.
Experimento una mayor lucidez y el cuerpo vive, con una percepción más intensa, clara y diáfana de la energía.

Me siento joven. Con la conciencia clara de tener toda una vida por delante para vivir realmente..

Y esto es solo el comienzo, aunque personalmente esta experiencia ha supuesto algo así como calzarme las botas de siete leguas.

¿Qué más que pedir que todo esto sea para todos los seres y agradecer profundamente a la Consciencia y a mi Maestra de Meditación toda esta bendición?