CONOZCO TU CUERPO BELLO

 

Conozco tu cuerpo bello, la suavidad de tu piel que en cada encuentro amoroso me sorprende con su caricia, esa piel que en contacto con la mía, busca los caminos para que la excitación erótica permita fundirnos en uno. Conozco muchos de tus secretos, otros afloran en el día a día, hay confianza, complicidad, y por que no decirlo, comodidad. Como dos mitades de una fruta, encajamos perfectamente tamaño y color. Mi carne reconoce la tuya como la otra mitad mía, la fusión tiene plenitud de unidad recuperada, no hay prisa, sabemos los ritmos, conocemos las vías que avanzan demasiado rápido a un encuentro sólo de cuerpos, buscamos mucho más, sabemos que podemos trascender el deseo y convertirlo en observación meditativa. No hay prisa, no hay nada que lograr, ni nada especial que sentir, sólo estar presente en el acto amoroso, en las sensaciones intensas de calor, de placer, en los pensamientos que buscan logros, que codician. Atentos a las viejas inercias de toda una vida que buscaba el orgasmo más intenso posible.

Conozco tu cuerpo bello, que disfruto cada día con gozo, es el cuerpo familiar de lo masculino, de lo diferente a mí, con sus formas rectas y fuertes. Hace tiempo quedó atrás la intensidad-desorientación balbuciente-el enamoramiento y su globo de sueños y proyecciones fantasiosas, los fuegos artificiales del amor; bellos y coloridos pero que la noche con su oscuridad, desvanece tras el ¡oh!, ¡ah!. Sí, hace tiempo que esto pasó y hay un día a día hermoso, entero, profundo, que cada encuentro amoroso tántrico agranda y proyecta hacia lo más genuino y verdadero. No importa donde lleguemos, cada fusión es un tiempo en que vivimos, sin ego, sin las tensiones de la convivencia, somos uno, algo más grande, más hermoso, que busca a través del placer sexual sentir un amor cálido, muy amoroso, muy gozoso.

El cuerpo vivo, despierto, siente en las células esa energía, se convierte en un delicioso calor que envuelve todo el cuerpo y que lo hace vibrar, esto está ahí expresándose, más intensamente en los momentos de  excitación álgida, luego, suavemente desciende cuando la  observación contempla, es consciente. Meditamos así en la fusión más  íntima. El tiempo no ha decrecido, sino aumentado nuestra entrega, nuestra confiada armonía, conscientes de ser uno en estos periodos de unión. No importa que hace un rato quizá opináramos blanco-negro sobre algo, que tú  o yo sintiéramos que teníamos mucha razón, que uno u otro sintiera el ego herido. No importa, porque conozco tu cuerpo y tú el mío y el amor tántrico y la energía meditativa trasciende estas desarmonías. Al final, dichosos, plenos, volvemos  a nuestra mitad, a ser nuevamente tú y yo; hombre- mujer, amado-amada, distintos cuerpos, una misma aspiración a la verdad,  a la trascendencia de nuestras vidas que busca fusionarse con la Presencia que todo  lo  envuelve. Tú  y yo en nuestra unión amorosa, en  dos unidos, logramos un reflejo de esta perfección.