Hábitos

 

A lo largo de mi búsqueda, tras conocer diferentes caminos, solo la meditación me ofrece la profundidad necesaria, la comprensión clarificadora y la aceptación serena que necesito para poder mirar lúcidamente las conductas que se repiten en el tiempo de modo automático y sistemático más allá de la propia voluntad.

Hay hábitos que nos abocan a un determinado comportamiento en las relaciones interpersonales, también a realizar actividades y a ingerir alimentos compulsivamente y, sobre todo, a estar encadenados a un sinfín de pensamientos que invaden nuestra mente mientras anulan la capacidad de atención en el presente.

Estas adicciones están socialmente aceptadas y se enmascaran sutilmente dentro de una sociedad del bienestar basada en el consumo que busca en el exterior el placer como única vía.

Estas dependencias generan una estructura mental de pensamiento que es necesario observar y poder darse cuenta de los apegos enquistados que tenemos cada uno.

Las adicciones nos ayudan a olvidar, a huir, pero en realidad sin presencia no se huye. Simplemente una pasa la vida distraída mientras el autoengaño intenta acaparar la existencia. Pero, la verdad sigue estando ahí, de ella no se puede huir. Una puede intentar complacer una y otra vez los deseos, apegos compulsivos, pero estará caminando en un callejón sin salida.

Sólo la visión lúcida y la comprensión amorosa de las propias adicciones, más allá de la culpa y el drama, ayuda a poner en marcha el camino hacia la desidentificación. La nueva actitud nos favorecerá a nivel físico-mental mientras potenciará una mayor conexión con una misma.

Un nuevo camino se abre y es necesario ir bien equipada de paciencia, de convicción y coherencia. Aunque todo se pueda desmoronar, si una sigue estando ahí, constante y atenta a cada pasito, se da la apertura para que un diminuto florecer se ponga en marcha.

Los colores despiertan de su somnolencia, el rostro nace sereno y fresco, la mirada se vuelve presente y el mundo de las apariencias se transmuta en transparencia.

Es un momento de ir poniendo orden, mientras el sentido común y la vida ofrecen múltiples oportunidades para actualizarse.

Algunas han resultado más fáciles de soltar, pero otras no, porque de fondo se mantenían unos comportamientos compulsivos que superaban mi comprensión, aparecían súbitamente y arrasaban con todo. Por mucho que razonara o buscara información sobre ello no lograba encontrar una vía liberadora en profundidad más allá del síntoma, hasta que la meditación está ofreciéndome el camino adecuado para llevar a cabo este trabajo.

Paulatinamente, voy tomando conciencia de cómo los pensamientos se disparan y la acción se realiza automáticamente.

En ocasiones no se da el darse cuenta en el ahora pero sí hay una visión posterior que ayuda a comprender la necesidad de desarrollar la atención para las próximas veces.

La maestra guía en el camino y mediante su lúcida enseñanza se da, progresivamente, un acercamiento sutil hacia la raíz de las adicciones. Es un proceso en el cual la atención va afinando su percepción hacia el discernimiento consciente.

En este proceso se va dando una comunicación más directa con lo que hay, sin dejarse arrastrar por lo inmediatez de la enquistada adicción. La meditación diaria ofrece un espacio para encontrarse con una misma y esto permite mantener la perspectiva sobre los movimientos egoicos inconscientes mientras se van reconociendo como auto creaciones fantasmagóricas que ya no toman un protagonismo tan egocéntrico.

De todas las adicciones, la más enraizada es la de los pensamientos inconscientes, es la más arcaica y es la que nos aleja de la Vacuidad.

El ruido mental posee una fuerza ejercitada que acapara un vasto espacio y la única vía de poder ver lúcidamente la ilusión creada es a través de la presencia en el Ahora.

Estoy muy agradecida a los compañeros de meditación, al centro y a la Maestra por hacer que el compartir cercano sea posible.