NO EGO


En el desarrollo del proceso meditativo se alcanza un estado muy gozoso, cuando se comprende que no hay un sí mismo egoico que encontrar, dado que la existencia egoica no es nada más que una proyección mental ilusoria.
En el auto-descubrimiento de la identidad profunda consciente reconocemos, en nosotros y en los demás, los  potenciales esenciales que nos caracterizan como seres humanos.
Al encontrarnos con lo esencial de la mente profunda, se instala en nosotros la atención consciente del auto-descubrimiento constante de la danza cambiante de los fenómenos físicos y mentales.
Ya no se pierde tiempo enfrascándose en los pensamientos que fragmentan la verdad de los hechos. Tampoco hay necesidad de diversificarse haciendo muchas cosas para reafirmar a un sí mismo falso. Toda la energía se va centrando en la comprensión y en el conocimiento directo y no meramente conceptual de la Verdad, por uno mismo,  mediante la meditación.
Observando de este modo todo el movimiento de las actividades mentales, puede comprobarse  que aún surge la búsqueda de satisfacciones, a modo de diversiones,  en evasivas huidas a mundos paralelos mentales.
Sólo sosteniendo la atención de manera muy detenida y lúcida pueden verse las cosas como son desde el fluir de la Sabiduría de la mente profunda que se experimenta cada vez con mayor claridad.
De este modo aprendemos a no tomarnos los pensamientos demasiado en serio y cuando aparecen los conceptos, los dejamos pasar sin dejarnos atrapar por ellos, relacionándonos con ellos sin identificación.
Cuando necesitamos usar un pensamiento útil, lo utilizamos de manera libre, desde la visión amplia que ve los objetos y también los pensamientos. Mantenerse detrás de los conceptos supone experimentar una energía que lleva a sentirse vivo y pleno en la presencia de cada instante. Descubrimos que en la mente hay una dimensión más vasta que los pensamientos.
En la etapa meditativa anterior uno se veía atrapado en los pensamientos, se apegaba a sus ideas y no podía detener el proceso de su mente discursiva.
Es por eso que, ahora y por contraste, se puede disfrutar de una sensación de gran libertad al vivirse libre del proceso de pensar.
El ser toma conciencia de que muchas de sus tendencias anteriores venían marcadas por el modo en el que se relacionaba con los pensamientos, es decir, dejándose dominar por ellos.
Ahora se puede vivir en la gran libertad del espacio consciente.
La nueva fase de no pensamientos es muy importante para fluir en la Presencia-Consciencia como la única referencia real de la vida. La Presencia- Consciencia disuelve en la mente de vigilia la ilusión óptica interna en el percibir y sentir los objetos externos. La mente aparece serena y surge el fluir de la Sabiduría que expresa la Verdad del momento tal como es. Se trata de algo totalmente diferente del proceso de pensar. De hecho, el pensamiento ha desaparecido y no surgirá mientras la mente permanezca serena, presente en lo simple de cada momento.
Vivimos la plena atención corporal:
                -Atención de todo movimiento del cuerpo al sentarnos.
              -Consciencia de estar sentados. El ego no puede aparecer                                en   esta   plena conciencia de estar sentados.
ANDAR:
Clara comprensión de los movimientos del cuerpo.
El caminar consciente, en sí mismo, es una meditación completa. La plena conciencia en el andar, sin pensamientos, genera muchísima energía que es muy necesaria para mantener la plena atención meditativa del ver objetivo de que todo  fenómeno está interconectado.
NO PENSAR SINO VER:

                -Esto cesa a causa de aquello
                -Esto aparece condicionado por lo otro...
Todo sucede en una interacción constante. Lo cual nos lleva a relativizar nuestra experiencia de los fenómenos impermanentes, desde la vivencia Presencia Aquí – Ahora.