Sentir o Consentir
Ayer mi Maestra me dijo con
gran vehemencia que no podía despertar porque estaba apegada a
“tonterías”.
Intenté aprovechar con la mayor lucidez posible la potente carga
energética que acompañaba a sus palabras y que me sacudió por completo
liberando un torrente circular de pensamientos, emociones, sensaciones y
percepciones. Desde la pena con su doloroso yo no puedo, yo no valgo, de
corazón desgarrado, asfixiado; pasando por la angustiante culpa del no te
lo mereces con su represaliado corazón estrujado; para dar paso al enfado
de corazón acorazado, vientre furibundo y pensamiento iracundo que
inexorablemente acaba entregándose de nuevo en los brazos del penar, una
vez agotado, perpetuando así la rueda inconsciente siempre pesarosa,
siempre sufriente de corazón, inevitablemente, siempre cerrado.
Todos ellos afloraron, salieron a la superficie y sobre todos ellos actuó
la imponente energía purificadora que se expresaba y que me permitió
observarlos con la perspectiva necesaria para poder comprenderlos,
sustentada por una voz interior que una y otra vez repetía cual mantram
una reciente enseñanza de mi Maestra: no es lo mismo sentir que consentir,
no es lo mismo sentir que consentir...
Sí, efectivamente, sentí mucho dolor pero al mismo tiempo, abierta como
estaba a la compasiva luz de la Sabiduría, sentí cómo se diluía en un
tierno y poderoso amor que se acompañaba de una no menos tierna férrea
determinación.
Reconociendo las cosas tal como son, admitiendo mi polaridad negativa sin
juicios ni condenas, permitiéndome vivir el dolor, la angustia, la
vergüenza y el odio sin pensamientos de culpa ni de pecado por ello, esto
es, “permitiéndome sentir”, pero sin aferrarme al dolor, sin engancharme
en los pensamientos negativos que justifican, avivan y perpetúan las
emociones perturbadoras, esto es, “sin consentir”.
Abriendo la puerta de ese amoroso espacio interior que acoge la expresión
de mi cuerpo emocional acumulado, manteniendo mi mente y mi corazón
abiertos a la implacable energía purificadora que se expresaba y se sigue
expresando, sanando mi corazón malherido.
Sentir, admitir sin ningún tipo de censura todo lo inherente a mi
condición dual, reconociendo en cada inspiración mi naturaleza tal como
es, incluida mi polaridad negativa, pero sin consentir, sin identificarme
con el oscuro impersonal de la naturaleza humana, dejándolo marchar en la
siguiente espiración, observando con devota gratitud la transformación de
mi sentir sufriente, estrecho e inconsciente, en espacios mucho más
amplios de sosiego, de amor y de paz Consciente.
Nada de esto sería posible sin la acción purificadora de la Presencia
Consciencia que emana de nuestra Maestra, Antxoni Olloquiegui. Nada.
Hay momentos como los que he relatado, en los que mi percepción de dicha
Presencia es energéticamente muy fuerte y todo resulta más evidente, tanto
la visión de mis emociones como los efectos transmutadores sobre ellas de
la acción de la Consciencia y la posterior vivencia de liberación, de
amplitud, de conexión con todo y con todos.
En otros momentos, cuando estoy cerrada e identificada con mi ego me
parece que estoy atascada o que de repente no entiendo nada. Pero es que
efectivamente el ego nunca entiende nada que no le interese y está
permanentemente atascado en la ofuscación, que es la esencia de su
persistencia. Pero hoy sé, porque tengo experiencia de ello, que cuando
pido con devoción a la Consciencia que me ayude a despejarme de esta
somnolencia, no tarda en manifestarse de nuevo como un descenso energético
poderoso que penetra desde la parte superior de la cabeza hasta el
corazón, a veces hasta con un golpe seco certero, ni más ni menos que lo
que precisa para mantenerse abierto y permitir que la lucidez se
restablezca, que la energía circule, que fluya en todo mi ser.
Con emocionada gratitud experimento cómo desde la aparentemente
insignificante toma de conciencia en el inocente ir y venir de la
respiración abdominal retorna la cordura, vuelve la paz, se restablece la
conexión con la Presencia y me voy instalando en mi interior, en mi
Identidad profunda Consciente.
Y es que en el centro de meditación Karma Samten Ling se está expresando
un milagro que no se limita al espacio físico del centro o a las personas
que lo frecuentamos, puesto que la energía, la sabiduría y la potencia de
la manifestación de la Presencia Consciencia que se expresa a través de
Antxoni Olloquiegui, nuestra Maestra, una vez ya instalada en nuestro
interior va actuando silenciosamente transformando nuestro inconsciente
personal y con ello también el colectivo, extendiendo su acción por su
propio poder, por su propia naturaleza universal y atemporal,
comunicándose cada vez a más y más personas que se benefician de su
amorosa energía purificadora y compasiva.
Pido a la Consciencia que nos siga iluminando, que alumbre nuestra visión
para poder desenmascarar todos nuestros aferramientos inconscientes, que
podamos desarrollar expansivamente todas nuestras cualidades positivas.
Que podamos al fin Despertar. Que así sea.
OM MANI PEME HUNG
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