EL BUDISMO EN OCCIDENTE
Y
LA FRONTERA
DEL SIGLO XXI (2ª PARTE)
En la reflexión anterior hice una breve
exposición y recorrido acerca de cómo a partir de la invasión del Tibet
por el ejército chino y en el “obligado exilio” que este acontecimiento
produjo, el Budismo Tibetano fue abriéndose un hueco geográfico en el
ámbito espiritual de Occidente y más concretamente en la Europa
Democrática.
Esto, unido a una fuerte crisis generacional hacia los valores
tradicionales heredados, a la deriva existencial como síntoma de
supervivencia frente a una dura posguerra y al auge de una poderosa
sociedad de consumo orientada de manera especial a un público cada vez más
joven, con formas de un incipiente marketing agresivo desconocidas hasta
entonces en Europa, crean el escenario adecuado y las condiciones óptimas
para que las semillas del Budismo sembradas no solo por Europa Occidental
sino en todo Occidente, germinen.
Una vez establecidas las diseminadas y variadas escuelas o centros, bien
de meditación, enseñanzas o retiros, la inevitable organización y
crecimiento de cada una de ellas, conllevan ese otro (a mi entender) gran
lastre llamado “Las Instituciones”.
Lugares desde donde se planifican y diseñan tanto los programas de tipo
doctrinal, como el ordenamiento y clasificación de la “jerarquía
espiritual” correspondiente.
La Historia de las religiones nos ha dado numerosos ejemplos de los
errores cometidos en nombre de un Dios único y salvador de los “suyos”.
Las Instituciones creadas por hombres de mente especulativa y calculadora,
en su afán de extender su adoctrinamiento, en su empeño de afianzar su
poder terrenal, no han hecho remilgos a pactos, alianzas o componendas con
el poder político imperante en cada momento histórico.
No han tenido escrúpulos en freír en las innumerables hogueras de la mal
llamada “Santa Inquisición” a todas aquellas personas que no estaban
dispuestas a comulgar con ruedas de molino, a todas aquellas personas que
fueron consideradas por el poder eclesiástico enemigos en potencia, en
base a su influencia económica, política, religiosa, o conocimientos
científicos, que ponían en tela de juicio a la “doctrina infalible” de la
iglesia católica. Miguel Servet, Giordano Bruno, son tan solo los primeros
nombres que vienen a mi memoria.
Y qué decir del caso Galileo, de su proceso lleno de confabulaciones, a
quien al día de hoy no se le ha rehabilitado en su totalidad.
Cuántas personas anónimas fueron acusadas de brujería por el simple hecho
de ser depositarias de un conocimiento milenario acerca de las propiedades
curativas de plantas y hierbas naturales.
Y otra perla de la corona podemos decir, de la barbarie perpetrada en la
América Latina, del exterminio masivo de pueblos, culturas, idiomas. De la
aventura-conquista de un Nuevo Mundo amparada y patrocinada por el monarca
de turno, siempre con la inseparable bendición de un Dios único y
salvador, de sus particulares intereses.
Es posible que a alguno de vosotros os resulte un tanto extraño que en
una página Web budista aparezcan este tipo de reflexiones, pero la razón
para mi es bien simple. Como occidental y español me ha tocado el
privilegio de vivir y sufrir ese nefasto nacional-catolicismo, al que
algunos todavía se empeñan en hacerle el “boca a boca”, en un intento
desesperado de prolongar, su larga agonía.
España que era tradicionalmente un semillero continuo de vocaciones
religiosas, donde los seminarios estaban al completo, es desde finales de
los años sesenta un seco y árido desierto en el que década a década, se ha
hecho imparable su avance y extensión.
Hasta el punto que hoy en día, aquí mismo en Navarra, podemos encontrar en
cualquier iglesia, a sacerdotes o religiosos/as de orígenes geográficos
lejanos, (dicho esto sin ningún menosprecio hacia sus identidades, sino
como un ejemplo visible y cercano, que sirve muy bien para ilustrar lo
antes expuesto, la falta casi total de vocaciones).
Ante algo tan evidente a los ojos de todo el mundo, ¿Cuál ha sido durante
este tiempo la respuesta y actuación de la Institución religiosa
correspondiente?
Pues a la vista está, “atrincherarse” y desde su “torre de marfil” echar
balones fuera, dando como válida su única y exclusiva interpretación de
que la culpa de este marasmo la tiene el imperante “materialismo” y de
paso como quien no quiere la cosa, inmiscuirse en las leyes civiles de
un estado “teóricamente” secular y democrático, para intentar seguir
manteniendo su status y privilegios.
Así puestas las cosas, podría decirse que el mensaje fraterno de Amor
Universal del Bodhisattva Jesús de Nazareth, “Amaos los unos a los otros”
con el paso y transcurrir del tiempo se transformó en… “Nosotros contra
vosotros”.
En cuanto a las Instituciones budistas su historial e incidencia en
Occidente es de muy corta duración, en lo relativo al paso del tiempo.
Asia continente extenso y complejo donde los haya, vio nacer, crecer y
expandirse en medio de aparentes insalvables dificultades al Budismo. Y
este fue tomando cuerpo y carta de naturaleza sabiendo adaptarse a la
sensibilidad y características propias de cada región. Sería de desear que
esa misma actitud, se fuera plasmando a lo largo y ancho de todo
Occidente.
Así mismo, las noticias periodísticas en torno a las disputas jurídicas de
los príncipes del Dharma (Karmapas) con los consiguientes enfrentamientos
entre sus partidarios, por un asunto de posesión-pertenencia de dinero,
tierras y monasterios nos sume a algunos budistas de Occidente, cuando
menos, en la perplejidad.
Si Occidente encontró en el Budismo la “Luz” para salir de su interminable
oscuridad espiritual. Y si la antorcha que rompe las sombras es la
Meditación, porque solo a través de ella podemos conectar con nuestra
realidad última, la Vacuidad Gozosa y Luminosa de la mente Despierta,
desde donde se ven todos estos juegos ilusorios de “poder” como algo
estúpido e infantil, como un obstáculo-estorbo que nos impide el Despertar
a nosotros mismos y por acción-extensión a nuestro propio entorno; si en el Budismo tenemos la llave que nos permite abrir la puerta de
nuestra propia cárcel egoica, ¿por qué nos empeñamos en arrojarla al mar?
¿Es que acaso no hemos aprendido nada de la dura lección que supone el
“karma” del Tibet?
La historia de Oriente y Occidente son merecedoras de consolidar una paz
estable y justa. Occidente necesita del Oriente portador de la joya de la
Meditación y Oriente necesita aprender de Occidente una filosofía de vida
democrática en todos y en cada uno de los aspectos de la vida cotidiana.
Solo de la síntesis de ambas realidades puede empezar a hacerse posible el
nuevo escenario para el nacimiento del ser humano Despierto.
En medio de todos estos avatares de la historia en las tradiciones
religiosas, hay algo que personalmente siempre me ha llamado la atención y
es la total ausencia del papel de la mujer en los marcos espirituales de
decisión, de las Instituciones religiosas, ya sean estas de Oriente y
Occidente.
¿Y así hasta cuándo?
El principio Consciente que habita en cada ser humano, no es patrimonio
exclusivo de una fe, de una religión, de una raza, sexo, continente
geográfico, escuela Espiritual o palacio Episcopal.
Finalizando la presente reflexión, dejo estas preguntas en el ciberespacio
que disuelve fronteras (nunca existió un mejor lugar) para ser escritas,
leídas, meditadas y contestadas desde una honesta actitud de apertura
sincera, de la mente y el corazón espiritual.
¿Están las Instituciones Lamaístas del Budismo Tibetano, preparadas, para
reconocer en su Dimensión Tántrica a un maestro Espiritual con cuerpo
físico occidental?
Y dando un paso más hacia adelante…
¿Están las Instituciones Lamaístas del Budismo Tibetano, preparadas, para
reconocer en su auténtica Dimensión Tántrica a un maestro Espiritual con
cuerpo físico occidental y forma de Mujer?
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