SUBSTRAYENDO
Toda una vida orientados en conseguir
cosas. Éste es un aspecto importante del paradigma cultural que vivimos en
nuestra civilización. Perseguimos el logro pues creemos que es fuente de
dicha, pero ésta última es efímera, ya que una vez que obtienes el objeto
del deseo dura poco. Me viene a la mente la canción de aquellos iconos de
mi generación los Rolling Stones. “Satisfaction”, en la que decían
“Satisfacción, no puedo conseguirla…” Aquellos músicos de éxito que lo
tenían todo lo que un joven podría desear: dinero, drogas, sexo,
admiración…, el mundo estaba a sus pies y a pesar de tenerlo aparentemente
todo la dicha se les escurría, no podían sujetarla.
Esta es la trampa en la que nos encontramos sumidos prácticamente todos
los mortales, pero a diferencia de este grupo mencionado, en general
tenemos muchos sueños que nos quedan por hacerlos realidad y por lo tanto
interpretamos que la insatisfacción la vivimos como consecuencia de la no
realización de esos objetivos.
Suele suceder que con el paso del tiempo algunos vamos realizando esas
quimeras que las vivíamos como el medio para alcanzar esa felicidad que
tanto anhelamos, pero nos damos cuenta que la euforia que acompaña a la
consecución de ese objetivo tiene una vida corta. Esto supone para algunos
una toma de conciencia de que nuestra trayectoria es equivocada, que
tenemos que redirigirla y es aquí donde en la búsqueda algunos nos
sentimos atraídos por planteamientos espirituales.
Nuestro acercamiento a la práctica espiritual suele estar también
contaminado por este proceso adictivo de la mente. Nos encontramos con
nuevos objetivos y enseguida nos disponemos a poner los medios, que tienen
que ver con el esfuerzo y aunque la propia práctica contiene la enseñanza
de que es el ego el que tiene que disolverse para poder vivenciar a
nuestra Realidad Profunda, nuestras viejas inercias egoicas perviven
disfrazándose de espirituales.
Es por eso que es muy conveniente disponer de la figura de un Guía
Espiritual, de alguien que ha llegado a liberarse de su mente egoica y que
desde la atalaya que le proporciona el vivirse instalado en su Dimensión
Profunda, nos hace de espejo para ayudarnos a esclarecer los sutiles
juegos que el ego ejecuta para perpetuarse.
Además “la buena nueva” que nos trasmiten estos seres realizados es que
dentro de cada uno de nosotros existe el mismo nivel de realización, pero
que está tapado por las dinámicas egoicas. Entonces nos encontramos con
que más que un proceso de conseguir logros, se trata de una sucesión de
vaciado en la que tenemos que ir soltando nuestros apegos a las ideas,
cosas, personas…
Y no solo porque lo digan algunos seres, sino porque en la práctica
personal, a través de mi despertar gradual, voy experimentando con ese
soltar, una transformación que me conduce a vivirme con una mayor calma
mental, desde donde emerge un mayor discernimiento y una mayor calidez en
mis relaciones con los demás, en resumen una mayor dicha, que nada tiene
que ver con la suma de logros y que es el fruto directo de un proceso de
sustracción de algunos movimientos egoicos.
Esta es la causa de la tragedia humana, el tesoro que buscamos que le
podemos llamar felicidad, ya lo tenemos dentro de cada uno de nosotros, el
problema es que nos encontramos perdidos dando palos de ciego, culpando al
exterior de nuestro sufrimiento. Aunque este sufrimiento es muchas veces
el motor del cambio y es el revulsivo que nos hace dejar el autoexilio en
el que de manera inconsciente nos encontramos, para retornar a nuestro
cálido hogar interior y tomar conciencia de que la insatisfacción
permanente que vivimos es una característica de la mente de superficie y
que en nuestro Ser Profundo no existe la carencia, todo es pleno.
Mi más sincero agradecimiento a mi Maestra Antxoni Olloquiegi, quien con
incansable, discreto, lúcido y compasivo desplegar de su actividad,
ilumina nuestro caminar hacia ese Despertar colectivo que anuncia la
llegada de Maitreya, por fin el tan necesitado florecimiento de la
Consciencia en el Planeta
|