DUELO
Formo parte de un
servicio de ayuda que se ha creado en Karma Samten Ling para personas que se
enfrentan a experiencias relacionadas con la muerte. Este programa de
ayuda se creó en Enero de 2014, parte de este servicio tiene que ver con
el duelo por la muerte de un ser querido y voy a intentar transmitir lo
que supone para mí esta experiencia.
Han recibido ayuda 12 personas, curiosamente todas ellas son mujeres,
hecho que confirma la poca presencia de hombres en terrenos relacionados
con la vulnerabilidad emocional.
La pérdida de un ser querido nos va a provocar dolor durante un lapso de
tiempo, llamamos duelo a este período de aflicción. Su resolución
dependerá de que de manera activa nos hagamos cargo de cada una de las
formas en las que el dolor se expresa y podamos aceptar la realidad de la
pérdida, diciendo adiós a lo que nunca más podrá ser vivido.
Vivimos en una sociedad que niega los cambios que no le gustan, siendo
esta actitud la causa de encontrarnos sin recursos ante una experiencia
tan universal e importante, como es la propia muerte o la de un ser
querido.
Un objetivo fundamental de la práctica meditativa es el reconocer que “las
cosas son como son”, algo que resulta difícil cuando se trata de dolor
emocional, pues debido a la negación, análisis mental, resistencia a lo
desagradable… la percepción de la experiencia dolorosa no es bienvenida y
se vive de manera distorsionada.
Por lo que parte importante del apoyo a esas personas que se enfrentan al
dolor por la pérdida de un ser querido es ayudarles a desarrollar una
actitud meditativa, que empieza a observar y tomar conciencia de las
dinámicas reactivas del dolor que suceden en su interior.
Sucede que desde la perspectiva de aceptar la realidad como es, la
doliente empieza a darse cuenta de cómo está en conflicto con esa parte
suya que duele y que lo que realmente necesitan esas diferentes facetas
del dolor son ser acogidas de manera compasiva.
Es en ese rendirse a la realidad como es, que implica la vivencia plena
del dolor, cuando éste empieza a transformarse. Pero existe otro gran
obstáculo que dificulta enormemente este proceso y tiene que ver con la
aceptación de que la persona fallecida se ha ido para siempre.
Hace unos días preguntaba a una persona que lleva 4 años viuda y que sigue
sumida desde entonces en una intensa aflicción: ¿Cómo sería tu vida sin
ese dolor? Me contestaba: “Me sentiría muy sola”. Le resultó clarificador
darse cuenta de cómo mantenía vivo el vínculo con su ser querido a través
del dolor para evitar su soledad.
Parte importante del desarrollo personal en nuestra vida tiene que ver con
asumir nuestra propia soledad como una expresión sana de estar con uno/a
mismo/a. En caso contrario es fácil que nos encontraremos en relaciones
disfuncionales sin entender qué nos lleva a elegir mal, sintiéndonos
dependientes o incluso, después de varios fracasos, refugiados en una
soledad defensiva, que renuncia a tener relaciones íntimas, ya que son el
inevitable camino que nos conduce a un intenso sufrimiento.
La meditación nos ayuda a habitar nuestro interior, a encontrarnos con
esas partes dolorosas que llevamos dentro, entonces desde una posición
compasiva y un silencio mental que evita que el dolor emocional sea
amplificado, podamos ir transformándolo.
Algo que prácticamente todas estas mujeres han comentado es la favorable
energía acogedora del Centro Karma Samten Ling. Hablan de que sienten paz y amor,
ingredientes que propician una mayor apertura al dolor y su consiguiente
transformación, encontrándose a veces tremendamente sorprendidas de cómo
han venido y cómo se van. Frecuentemente se marchan con un mayor tono
vital, habiéndose aligerado de las densidades del dolor emocional y con un
mayor discernimiento con respecto a las dinámicas internas que crean
aflicción.
En lo que respecta a mí, es un privilegio esta oportunidad de ayudar a
estas personas que se encuentran sumidas en procesos de duelo, apoyándoles
para que puedan aceptar la realidad de sus pérdidas y poder así
transformar su desdicha.
Pero, lo que más satisfacción me produce es cuando algunas de éstas
resuenan positivamente con la meditación del Centro; aprecian, valoran y
se comprometen a nivel personal con la práctica. En última instancia su
pérdida no ha sido más que un regalo disfrazado de dolor que les ha
conducido a la presencia de alguien que vive la Maestría de las cotas más
elevadas de la realización humana y que lejos de vivirse en un pedestal,
se dona de manera integral a quien dé muestras de un interés por su
Enseñanza.
A qué más podemos aspirar que a una práctica guiada por quien ha
trascendido su ego y por consiguiente todo sufrimiento y su vida es
expresión de un Amor incondicional hacia todos los seres, guiada por una
comprensión profunda de la realidad como es.
Mi más sentido agradecimiento a quien encarna desde la sencillez de su
vida la grandeza de su actividad despierta y da un primordial sentido al
horizonte de nuestras vidas.
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