A TI MI QUERIDA...
Hasta la fecha tengo que reconocer mi
dificultad para vivir el compromiso de una seria relación contigo.
En tu compañía florezco, la excelencia que reside escondida en mí ve la
luz y mi renacida visión, transforma al mundo en un paraíso, del que,
dicen, fuimos expulsados y seguimos buscando en otra parte.
Haces que mi vida gane en profundidad, la monotonía es desalojada de mi
casa interior y las simples experiencias cotidianas recobran el
protagonismo que se merecen en un fluir siempre novedoso.
Es en tus brazos donde me siento reconfortado y tu silencioso abrazo me
ayuda a enfrentarme a la realidad del momento presente, soltando
arraigados hábitos de vueltas al pasado y proyecciones futuras.
Tan poco reconocida, aun así, siempre con tus brazos abiertos dispuesta
a ofrecerme refugio, desde ese amor que no aspira a nada a cambio y
respeta escrupulosamente mi libertad.
Siento la limitación de mi escritura para expresar la plenitud de lo
vivido contigo. Podría seguir rememorando de manera amplia lo compartido y
no encuentro en mi mente el menor reproche hacia ti.
¡Oh querida Presencia! ¿Qué sucede que tanta evidencia de plenitud y
dicha, no sea suficiente para propiciar en mí una entrega, que esté a la
altura de lo recibido?
No me queda más que reconocer que el timón de mi vida está guiado por
una mente infantil, que lo único que pretende es una gratificación
permanente. Que a las primeras de cambio te abandono disponiéndome a vagar
a la búsqueda de cantos de sirena, que amortigüen los aspectos sombríos de
mi existencia.
Aunque también tengo que reconocer, que fruto de mi relación contigo, ha
nacido en mí una visión que es más consciente de mis movimientos reactivos
de apego y rechazo a los fenómenos de la existencia y que la resistencia a
aceptar la realidad como es no es más que la causa de mi sufrimiento.
¡Oh querida Presencia! En la fusión contigo he tenido atisbos de esa
Realidad Superior que somos en Esencia, que han supuesto como el divisar
al fondo del horizonte, “La tierra prometida”, el auténtico sentido de mi
existencia. Es ahí donde la sensación de amenaza de un destino caprichoso
cede y mi corazón se abre ante una renacida confianza de que nuestro
devenir es el despliegue del diseño de una Mente Superior, donde las
experiencias por malas que parezcan no son más que oportunidades, para un
proceso de actualización en el que no hemos recibido instrucciones.
¡Oh querida Presencia! Que tu luz consolide en mí una mente presente,
que tu amor contagie mi corazón y que sigas ayudando a la humanidad a
desarrollar su potencial de sabiduría y compasión, para hacer de este
planeta un espacio donde florezca con abundancia el Ser Humano Consciente.
Quiero expresar mi agradecimiento con este escrito, a quien encarna con
notable discreción una gran realización, en la que su Presencia rezuma una
nítida Visión y un Amor incondicional, con el compromiso de crear las
condiciones para el Gran Despertar de todos los seres.
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