El poder liberador de la meditación


 

El camino meditativo no es lineal. Hay subidas y bajadas. Periodos de paz y experiencias gozosas dan paso a otras de pico y pala, más arduas, de sequedad y noche oscura. Así lo explica la Maestra Antxoni en sus enseñanzas diarias en Karma Samten Ling y así lo corrobora mi propia experiencia personal.

Lo sencillo no siempre es fácil de realizar.

Antxoni expresa sus enseñanzas de un modo cercano y fresco, despojado de artificios. Nos invita a la práctica, a la experiencia vivencia personal, que no a la acumulación de conceptos ingeniosos.

Me siento a practicar meditación y con frecuencia me descubro en un estado de descentramiento más o menos grande o incluso escandaloso.

Recurro a la práctica base meditativa de concentración en la respiración abdominal, único modo de iniciar el retorno a mi Ser real. Respiración a respiración paso de estar abducido por el alien egoico o sea alienado de mi mismo, ocupado todo mi cuerpo por un farsante falso yo, a recuperar la conexión con el ser libre y consciente que realmente soy. Sea cual sea la profundidad a la que acceda supone un salto cuántico de la mera conciencia como animal racional pensante a la de ser consciente de ser Consciencia.

El ego no se retira de un plumazo y sus cantos de sirena tratan de seducirme para mantener el dominio en sus territorios habituales.

Necesito ser paciente y perseverante pero me sobran los esfuerzos de puño cerrado y de frente en bisagra donde el ego vuelve a tomar el mando y recupera el protagonismo.

La aplicación disciplinada a la práctica por la práctica es la mejor garantía para dejar hacer a la Consciencia.

La acción de la Consciencia, la transmisión que fluye desde la realización espiritual de la Maestra Antxoni, que no malabarismos ni técnicas especiales, son el aliento que hace progresar la práctica en Karma Samten Ling.

La mente se abre así a la Atención lúcida Consciente desde donde es posible observar a la mente de superficie egoica en su fenomenología: pensamientos, emociones y sensaciones.

Antxoni suele emplear la expresión Atalaya Consciente. Es una imagen muy evocadora.

Visualizo un lugar en el espacio, elevado y sereno. La contemplación del paisaje es amplia, global y a la vez detallada y precisa, pero sobre todo con perspectiva, donde no hay confusión con lo observado.

Las semillas de los pensamientos, las emociones y las sensaciones, sean del color que sean, viajan empujadas por el viento y evolucionan ante la mirada lúcida Consciente sin echar raíces en tanto no se da la identificación con ellas.

Claro que éstas reclaman ser sembradas y regadas con mi atención e identificación inconscientes y en ocasiones lo consiguen.

A veces por lo anodino y aparentemente inofensivo de sus contenidos, logran sacarme de una mente presente Aquí y Ahora para ingresar en el tiempo mental del pasado y el futuro, con ausencia de presente, y ocuparme imaginativamente de loables tareas como elegir la compra de mañana, escribir bellos poemas al Aquí y Ahora o a pasar la ITV de mi coche.

Da igual. La cosa es sacarme de la concentración y desviar la atención lejos del momento presente.

Salir de la trampa de este feliz atontamiento requiere de lo más difícil en principio que es reconocerse perdido en la mente discursiva. Parece una paradoja sin solución plantearse cómo si estoy dormido me doy cuenta de que lo estoy y decido despertar. Tal como lo veo, gracias a que la Consciencia ha depositado en el ser humano el Principio Consciente, contamos con la posibilidad. Con la práctica diaria es como si fuera acumulándose en nosotros un generador de emergencia, como un piloto que no se acaba de apagar del todo y que cada vez refulge con más intensidad y nos llama a tomar conciencia y volver después de haber estado un tanto idos.

Y, además, está la guía y las amorosas sacudidas de un ser que nunca duerme, que está de guardia permanente, de la Maestra espiritual.

También están los compañeros en el camino meditativo que pueden echar una mano en momentos de especial ofuscación.

De nuevo la práctica base de conciencia en la respiración nos pone el arnés para escalar a la Atalaya Consciente y recuperar la perspectiva perdida.

Hay ocasiones en las que en plena práctica meditativa, las semillas de los pensamientos, emociones y sensaciones adquieren una cualidad densa, oscura, hiriente, agresiva y hasta espantosa.

Pensamientos y emociones muy negativos como el odio, los celos, la envidia, los juicios hacia mí mismo y hacia los demás, o pasiones inconfesables, contaminan el paisaje interior creando incluso una atmósfera irrespirable y angustiosa.

La cara oscura de la polaridad negativa o ego, su faceta más dañina. La cruz de la moneda del ego positivo, sensible, educado y creativo, mostrando al desnudo su faz egoísta, elemental y primitiva.

Antxoni nos enseña infatigablemente que la contemplación desde la espiritualidad Consciente, sin identificación, es decir sin personificar estas emociones fabricando un yo negativo, un yo soy esta negatividad, las disuelve produciéndose una gran purificación y un incremento en la Consciencia en relación al momento anterior a haberse expresado esas emociones oscuras.

Son un buen material de trabajo meditativo. De ahí entiendo esa expresión que anteriormente me resultaba algo misteriosa de que da igual con qué tipo de ego nos toca danzar. Desde la Compasión lúcida Consciente hay una actitud integradora de cualquier cosa que se presente en la mente de superficie. Nada de ello toca ni ensucia la pureza de nuestro ser real.

Para que tal cosa suceda es imprescindible mantener la perspectiva, la no identificación.

Y es aquí donde en mi práctica personal me he encontrado con no pocas dificultades.

Durante largos periodos, me refiero a años, me resultó muy difícil mantener la distancia y la desidentificación y no entrar al trapo cuando se presentaban los pensamientos y emociones negativos.

Surgían en mi mente de superficie, en el ego, reacciones de rechazo, negación o por el contrario de asunción de ser eso, con pensamientos de ser una mala persona, todo ello acompañado de un profundo malestar, decepción personal y sufrimiento.

La lucha, la negación o la asunción fortalecían los pensamientos y las emociones negativas. Las densas semillas se enraizaban con más fuerza en la tierra previamente abonada del cuerpo emocional engrosando el cúmulo de frustraciones, rencores y dolores del pasado.

En momentos de este tipo, vivo dolor emocional y lo expreso allí donde estoy.

De no cortar con este proceso y recuperar la perspectiva, las raíces de las semillas sembradas siguen penetrando y buscan con avidez bolsas más profundas de dolor, más allá del cuerpo emocional personal pudiendo conectar con el oscuro inconsciente impersonal de la naturaleza humana.

El riesgo reside en que el potencial de negatividad y dolor puede adquirir un calibre destructivo mucho mayor dado que esa fuerza oscura impersonal puede adueñarse del espacio personal y ponerlo al servicio de sus fines pudiendo devenir en actos inexplicablemente crueles y execrables.

Como decía antes, visibilizar desde la Espiritualidad Consciente los aspectos egoicos negativos pendientes de actualizar es un aspecto consustancial a la práctica. Por lo tanto es importante tratar de comprender aquello que inmerso en mi inconsciente personal me dificulta poder vivir este proceso con una mayor consciencia.

Pido a la Consciencia que me inspire en este sentido.

Se trata de temas relacionados con la moralidad, el pecado y la culpa.

En estas palabras se concitan muchos recuerdos de mi infancia temprana. Por supuesto que en un principio, como todo niño, era corazón, era felicidad y vivía el Aquí y Ahora como expresión de la propia naturaleza esencial, pero sin tener ninguna conciencia de ello.

Los conceptos morales, el pecado y la culpa llegaron más tarde. El proceso educativo desde la infancia hasta acceder a la universidad transcurrió en un colegio católico. Fue en este contexto donde fueron construyéndose las sucesivas capas de moralidad.

Se me declaró culpable y pecador desde el nacimiento. Yo no entendía pero les creía. El condicionamiento comenzó a través del temor a la idea de un Dios justiciero. Posteriormente, el adoctrinamiento adquirió matices más conceptuales y basado en la reiteración de rituales como la confesión programada, ejercicios espirituales y misas obligadas.

Este bagaje complicó y mucho el paso por la adolescencia. La sexualidad limitada por la represión, la vergüenza y la culpa. La falta de autoestima, la inseguridad eran la resultante del desacuerdo fundamental con un yo que era simplemente malo.

La decisión de dejar todo aquello atrás fue voluntarista e ingenua por desconocer la real influencia que desde la sombra se continuaba ejerciendo sobre mi vida del día a día.

El pecado y la culpa, se concreta a la postre en la idea de ser malo, de ser mala persona. Sentado este axioma, la expresión de la negatividad humana presente en mí, no por ser yo quien soy, sino por ser humano cierra el círculo fatal en una condena inexorable: soy malo, culpable, mala persona.

Esta contaminación del ser genera desencanto, desafección hacia uno mismo. Un halo de pesimismo y falta de alegría me acompañaba incluso cuando todo iba bien sin saber muy bien a qué respondía.

Cuando me encuentro con la enseñanza de Antxoni me doy cuenta poco a poco del error en el que he sido educado. No hay ingenuidad en su enseñanza. No se niega la existencia de la negatividad en el ser humano. Se la contempla como la ignorancia fundamental que se expresa en la inconsciencia dual egoica integrada en el inconsciente impersonal de la naturaleza humana. Se trata de la polaridad negativa, de la que participo por ser humano no por ser específicamente yo.

La polaridad positiva es, en cambio, el Principio Consciente depositado por la Consciencia en mi interior, en mi mente consciente personal, en mi Identidad profunda Consciente al igual que en todos los seres humanos y de la que participo por ser humano no por ser específicamente yo.

Las reacciones de rechazo, negación o asunción por identificación de la negatividad que aflora atrapan la conciencia en el espacio de la mente egoica discursiva en un combate del ego contra sí mismo que no tiene solución. Se malogra la apertura a espacios más amplios de consciencia y la integración y disolución de lo que está pendiente por actualizar. El vuelo espiritual deviene en un atropellado aterrizaje forzoso en las tierras estériles del ego dual.

Soltar definitivamente los patrones de moralidad es comprender que la clave no reside en ser bueno o malo sino en ser consciente o estar a merced de la inconsciencia dual egoica.

Desde esta perspectiva visibilizar desde la Atención Consciente las irrupciones de negatividad egoica deja de ser una tortura moral para convertirse en una fortuna espiritual. El juicio autodesvalorizante da paso a una mirada compasiva hacia el propio ego sufriente.

Acceder a cotas más elevadas de Consciencia supone también descender a niveles de oscuridad más profundos para su integración. En este sentido viene a mi mente una enseñanza de la Maestra Antxoni que reiteradamente insiste en recordarnos: “cuantas más ilusiones reconozcamos en nosotros, mayores espacios de consciencia iremos realizando”. Esta es una realidad muy reconfortante en la vida meditativa corroborada por la experiencia propia y la de muchos otros meditantes en Karma Samten Ling.

A más luz mayor capacidad de visibilizar lo que permanece aún oculto en el inconsciente a la espera de ser actualizado. Moralizar este proceso propio de la senda meditativa interrumpe, bloquea y desvirtúa lo que es de suyo lo natural y deseable. La ausencia de este subir y bajar haría de la práctica meditativa un ejercicio descafeinado, un engañoso entretenimiento autocomplaciente. Otro divertimento para el ego más snob.

A través de la práctica del campo base meditativo he experimentado el poder situarme en una dimensión que va más allá del intelecto dual egoico accediendo a cotas de Presencia Atemporal que aun siendo inestables son una referencia fundamental en mi camino meditativo.

Los momentos de conexión espiritual hacen resurgir la vivencia de la naturaleza feliz y espontánea que viví en la infancia, siendo, ahora sí, consciente de ella.

La disolución total de estos patrones asumo que se irá dando paulatinamente en tanto los detecte a tiempo y los contemple desde una atención lucida desapegada y compasiva.

Son parte de mi propio camino meditativo. Las cosas son como son.

Las ocasiones para esta práctica se dan en la meditación sentada pero especialmente en los marcos de relación social cotidiana donde las emociones y pulsiones negativas son elicitadas con mayor facilidad.

Sentir estas emociones, estos rechazos, es inevitable y desde la Atención lúcida se disuelven aportando un buen caudal de energía consciente. Identificarse con ellos, engordar la bola desde la actividad mental discursiva, es consentir y allanar el camino al sufrimiento inconsciente.

Visto todo esto, en mi opinión, creo que una educación sana, no represiva, podría aligerar en alguna medida ciertas dificultades en la vida de las personas. La educación moralista basada en el pecado y la culpa en mi caso personal puede calificarse de castradora. Carece de una visión más científica de lo que supone en el ser humano la dualidad egoica.

La meditación budista que imparte la maestra Antxoni Olloquiegui en el Centro de meditación budista Karma Samten Ling, aborda la negatividad humana de un modo objetivo, sin cargar las tintas en una moralidad legalista que asfixia al ser humano en lugar de liberarlo.

Esta cualidad liberadora de la enseñanza impartida hace que, haga frío o truene, la asistencia diaria, incluidos los festivos y fines de semana a Karma Samten Ling haya incrementado su volumen hasta abarrotar el Centro, sin mediar publicidad alguna.

La razón exclusiva de tal afluencia reside en la profunda experiencia liberadora que quienes acudimos constatamos. Y no solo me refiero a los efectos inmediatos del día a día que los hay, basta observar los rostros, la alegría y la vitalidad renovada al finalizar la práctica, sino a los cambios que se van consolidando a lo largo del tiempo, auténticas transformaciones personales.

Como la maestra Antxoni insiste en señalar: “esta dimensión liberadora está en el interior de todos los seres humanos”. “No es para unos pocos elegidos, es para todos”.

Solo me queda agradecer la enseñanza y la guía perfecta de la Maestra Antxoni y pedir que el Despertar total de todos los seres humanos suceda pronto.