El precioso cuerpo humano

 

El cuerpo físico
con sus posibilidades de placer dolor,
no es tal como lo vive una mente ignorante.
Para la despierta mente
es el puente de paso al eterno
sublime deleite de la vacuidad.

 

El universal Dharma
apunta hacia la totalidad
de lo que el ser humano ha de ser: consciencia.

 

Los textos hablan de “...El precioso cuerpo humano...”,
porque a través de él disponemos
de un potencial extraordinario
para descubrir la vida despierta.

 

La vida entre el nacimiento y la muerte
de un ser humano, puede ser una escena
dominada por el protagonismo
de la escéptica mente de la ignorancia,
o, por el contrario, de la conciencia lúcida.

 

La IGNORANCIA:
sus secuencias serán la expresión impura
de la desarmonía dual.

 

La CONCIENCIA LÚCIDA:
evidenciará gestos dhármicos
de un proceso de purificación físico-mental,
que convierten al cuerpo en un instrumento
idóneo, puro y armónico,
para el desarrollo del Conocimiento Supremo.

 

En el teatro de nuestras pequeñas vidas transitorias,
la influencia de la luz abre una puerta
en el umbral del santuario interior,
para que el ser humano se eleve más allá
de sus inconscientes sueños insignificantes.

 

La lámpara de la luz de la visión profunda
Ilumina al ser en el que brotan
aspiraciones místicas que indican
una conciencia profunda del verdadero ser,
que respira una secreta dulzura
y un escondido gozo,
con notas espontáneas de jubilosa risa
al reconocerse en su identidad profunda.

 

Como contrapunto,
contrasta con el mundo
de la aflicción samsárica
de los inconscientes sueños triviales
que tapizan el rostro del ego.

 

El ser pasa a la Otra Orilla del no ego
a escuchar las notas musicales del río del Espíritu,
que hace percibir hasta en las células de su cuerpo,
los destellos de los sentidos espirituales.

 

Vive en lo profundo del corazón humano
los altos designios que se mueven
hacia el Universo Despierto,
en el que las fronteras se desmoronan
en el abrazo al Infinito
en un reencuentro de la DICHA y de la VERDAD.