El
espiritu del despertar
Mientras el ser auténtico estaba relegado,
escondido en lo profundo
con su pequeña semilla del despertar,
el falso ser egoico,
tesorero de sueños irreales,
se aferraba al deseo descabellado
de que el mundo y sus formas fueran permanentes.
Se empeñaba en inmutables felicidades
en el aire de lo ideal,
luchando tras los destellos inciertos
en las pistas alejadas de la luz inefable.
Hasta que el toque cálido de la sabiduría
palpó e hizo germinar
la preciosa semilla del despertar.
después despuntó la nueva planta,
más tarde se abrió
la flor despierta de la visión-sabiduría,
hasta entonces velada a su mirada terrenal.
El ser se convirtió en el viajero
de las sendas del tiempo,
percibía sí,
la belleza del arte de lo efímero,
disfrutaba de cada cosa
con la libertad del desapego,
fluía en la luz viviente
que conoce la espiritualidad conciente
como igual al surgimiento espontáneo de lo aparente.
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