e miro al espejo y me veo extraña, brillante.

El ardor no cesa, y aunque asustada por esta novedosa vivencia que me embarga, me siento feliz. Feliz, me repito, incrédula de estarlo diciendo.

El recuerdo de JJ invade mis pensamientos y la necesidad de verle y la certeza de que él puede responder a este misterio me impulsa acudir al hospital sin demora. Sopla las velas Anita y pide un deseo, dice la abuela.

< anterior
siguiente >