El ardor no cesa, y aunque asustada por esta novedosa vivencia que me
embarga, me siento feliz. Feliz, me repito, incrédula de estarlo
diciendo.
El recuerdo de JJ invade mis pensamientos y la necesidad de verle y la
certeza de que él puede responder a este misterio me impulsa acudir
al hospital sin demora. Sopla las velas Anita y pide un deseo, dice la
abuela.