Para
dar esta enseñanza durante su estancia en Dhagpo Kagyu
Ling del 20 al 29 de julio de 1991, Shamar Rimponché se
apoyó en el texto del mismo nombre, escrito por diferentes
maestros e inspirado por Atisha.
Las cien etapas del entrenamiento de la mente han sido expuestas
gradualmente por los sucesivos detentores del linaje. Estas cien
etapas provienen de lo que ha cambiado la situación al
hilo de los siglos; la percepción de las gentes se ha modificado
y ha sido necesario, pues, adaptar de una manera precisa las enseñanzas
a la calidad de receptividad, a las circunstancias y a los tiempos.
Por este hecho, cada detentor del linaje ha debido modificar ligeramente
ciertos aspectos de la práctica, lo que ha dado multiplicidad
de aspectos.
Estas enseñanzas son consejos para la práctica.
Deben ser puestos en práctica. En función de lo
que pase durante estos nueve días, yo adaptaré mi
enseñanza según como vosotros la percibís.
Vosotros podréis plantear preguntas. Por ejemplo, un día
expondré un tema, luego podréis practicar y meditar
en esta tienda o, si hace demasiado calor, podréis ir a
meditar al bosque. A la mañana siguiente, veremos si es
necesario pasar a otro punto o si hay que volver al mismo punto
para profundizar.
Practicar consiste en disciplinar y amaestrar progresivamente
la mente. Este amaestramiento dura hasta que realizamos el estado
de buda. Las prácticas pueden pertenecer al vehículo
de los antiguos, llamados theravadas, o al mahayana, llamada también
la vía de los bodhisattvas. Todo esto implica un gran número
de métodos diferentes; sin embargo, encontramos siempre
el empleo de shiné (pacificación mental) y lhaktong
(visión penetrante) El vehículo de los theravadas
se llama también hinayana, es decir el pequeño vehículo
o vehículo menor. ¿Por qué llamarlo así?
Porque los sustentadores de éste vehículo están
interesados esencialmente por su propio avance espiritual y por
el hecho de liberarse a sí mismos de la impronta del ciclo
de las existencias, sin estimarse capaces de interesarse por todos
los seres. Debido a ésta limitación, este vehículo
es llamado menor o pequeño, pero existe para el pequeño
vehículo un conjunto de técnicas basadas sobre shiné-lhaktong.
En lo que concierne al método que comienza con shiné,
se practica la pacificación mental de manera que disminuya
la agitación de los fenómenos mentales que constantemente
son producidos por la mente. Por una meditación sobre el
aliento, sobre las diferentes partes del cuerpo, etc., se permite
progresivamente a la mente encontrar su calma, su limpidez fundamental.
Luego aparece la cualidad llamada Lhaktong, que es la visión
penetrante que permite analizar el yo en sí mismo y comprender
el hecho de que el yo está desprovisto de existencia propia
y vacío de toda característica.
Hace mucho tiempo que vengo a Europa para exponer estas enseñanzas
y para mostrar la unidad de los diferentes vehículos budistas,
para mostrar que se trata de una sola y la misma enseñanza.
Desgraciadamente, oigo siempre hablar del pequeño vehículo,
del gran vehículo y del vajrayana. Hay que saber que hinayana,
mahayana y vajrayana son términos que no se encuentran
prácticamente nunca en los textos del propio Buda, no mas
que en los textos que fueron desarrollados por los arhats y los
seres realizados. En los comentarios de estos textos, no se hace
prácticamente nunca mención de pequeño o
de gran vehículo, o de vehículo fulgurante. Al contrario,
se hace mención del vehículo de los oyentes (sravaka),
del vehículo de los budas por sí mismos (pratiekabudha)
y del vehículo de los bodhisattvas. De hecho, ésta
división en tres vehículos-hinayana, mahayana y
vajrayana- ha sido acentuada y amplificada por autores occidentales
como Lama Anagarika Govinda o Herbert Guenther. Esta terminología
les es propia, pero no refleja la visión budista tal como
la perciben los propios budistas.
Este problema de terminología viene del hecho de que cuando
Kalu Rimponché y Trungpa Rimponché llegaron a Occidente,
debieron, para hacerse entender, conformarse a una terminología
que había sido determinada por los Occidentales: la terminología
de quienes eran autoridad en la época, es decir Lama Govinda,
el doctor Guenther, etc., reforzando todavía mas la idea
de estos vehículos. Después, nosotros hemos debido
seguir, sin eso la gente hubiera pensado que nosotros hablábamos
de otra cosa. Existe una historia, que yo no conozco muy bien
pero que debe ser bastante divertida, en la cual un zorro llega
a ser rey pretendiendo ser otro animal. Todo va bien hasta que
llegan otros zorros. Cuando vieron al rey zorro en su trono, le
saludaron ladrando como zorros. El rey no pudo hacer otra cosa
mas que ladrar, revelando así su naturaleza de zorro.
He investigado de dónde venía esta clasificación
del Dharma en tres vehículos, pero yo no he encontrado
la fuente. Es posible que el origen de esto esté en los
universitarios chinos; tienen la costumbre de hacer clasificaciones.
Es plausible. Existe en otra parte otro ejemplo: en Occidente,
tenéis la costumbre de hablar de gorros rojos
y de gorros amarillos en lo que respecta a los Tibetanos.
Pues ésta clasificación es típicamente china.
Es, pues posible que la distinción en tres vehículos
que nosotros hacemos en Occidente provenga de la visión
china de budismo.
Esta distinción en tres vehículos es incómoda.
Cuando se alcanza una visión de las cosas todavía
teñida de una cierta conciencia de un yo existente por
sí mismo, esto corresponde al estado de arhat, es decir
al vehículo de los que escuchan. Cuando se va mas lejos,
cuando uno se deshace de ello, pero no completamente, de la noción
de entidad propia en los fenómenos y en sí mismo,
se alcanza entonces el estado de pratieka, es decir de buda por
sí mismo. Cuando se ha abandonado completamente todo concepto
de entidad propia de los fenómenos, uno puede dirigirse
hacia el estado de buda perfectamente realizado. Son simplemente
gradaciones en la realización, que no corresponden de hecho
a diferencias tan bien marcadas como quieren ver ahí. Por
eso es muy difícil conciliar la explicación de la
vía progresiva a través de shiné-lhaktong
con una división tan marcada en tres vehículos.
Hay que volver a situar la enseñanza del entrenamiento
de la mente que se da aquí con relación a los conceptos
que nosotros tenemos de los tres vehículos budistas. No
se trata de una enseñanza de shiné-lhaktong del
pequeño o del vehículo menor, ni del vehículo
de los budas por sí mismos. Se trata de una enseñanza
perteneciente al gran vehículo, es decir a la vía
de los bodhisattvas.
En lo que concierne al entrenamiento de la mente de la vía
de los bodhisattvas, hay que distinguir dos vías, que tienen
las dos la misma base que se llama la vía de los sutras
los textos y las prácticas basados en los sutras.
Una de éstas vías no utiliza mas que la vía
de los sutras, y permite por la práctica de shiné
y después de lhaktong alcanzar el Despertar último.
La otra vía comienza igualmente por el estudio y la práctica
de la vía de los sutras, para desembocar a continuación
en el estudio de la vía de los tantras o de los mantras.
Estas dos vías tienen pues una base común y no son
diferentes.
Si dejamos de lado la vía de los tantras y nos concentramos
en la vía de los sutras, reconsideramos el proceso para
comenzar por shiné. Existe en la vía de los sutras
un shiné común y un shiné extraordinario
o no común. Las prácticas de shiné
llamadas comunes se llaman así porque son comunes a los
vehículos de los oyentes (sravaka) y de los budas por sí
mismos (pratiekabudha) y el vehículo de los bodhisattvas.
Cualquiera que sea la vía que elijamos seguir, es necesario
obtener una pacificación de los fenómenos mentales,
y el proceso es el mismo en los tres vehículos. Las técnicas
de shiné llamadas no comunes o especiales hacen referencia
a lo que viene a facilitar o desarrollar la absorción meditativa
simple que es la pacificación mental. Además de
las técnicas de pacificación mental, se desarrolla
algo que acelera y profundiza el proceso, y que es en definitiva
el desarrollo del espíritu del Despertar (bodhicitta) por
diferentes meditaciones y técnicas.
Para resumir la enseñanza que concierne a la pacificación
mental, sepamos que la utilización de los medios llamados
comunes implica detallar una multitud de etapas en la profundización
de la absorción meditativa. Todo esto es complicado, véase
fastidioso.
Los medios particulares en la vía del bodhisattva permiten
alcanzar el mismo nivel deabsorción meditativa,
y además utilizan el desarrollo del amor y de la compasión
que es descrito en el entrenamiento de la mente.
Cuando
se aborda el estudio del entrenamiento de la mente, lodjong, se
abordan los dos aspectos de la bodhicitta: el espíritu
del Despertar a nivel relativo y a nivel último. Impacta
el hecho de que el lugar consagrado al estudio de la bodhicitta
relativa es mucho mayor que el lugar consagrado a la enseñanza
de la bodhicitta última. Cuando se practica el entrenamiento
de la mente, se practican los seis paramitas. Cinco de éstas
virtudes trascendentales conciernen a un nivel relativo, sólo
la sexta concierne al nivel último de la realidad. Esto
permite, en la práctica y la meditación, desarrollar
conjuntamente y de una manera armoniosa los dos aspectos indispensables
de una realización completa, a saber el aspecto de los
medios y el aspecto de la sabiduría. A falta de lo cual,
cuando se llega a una cierta realización, si no hemos trabajado
convenientemente en el aspecto relativo, no hemos realizado o
comprendido perfectamente uno de los dos aspectos de la ausencia
de existencia propia de los fenómenos. Se da la ausencia
de existencia propia de los fenómenos a nivel exterior,
y la ausencia de existencia propia de los fenómenos a nivel
de la consciencia del observador. Cuando no se ha meditado perfectamente
en los aspectos relativos de la bodhicitta, nos arriesgamos a
tener una debilidad en la comprensión y en la realización
de ésta ausencia de entidad propia de los fenómenos
a nivel exterior, lo que entraña una realización
que no es la de un buda perfectamente realizado. Esto puede entrañar
una realización en el modo llamado pratiekabudha, lo que
incluye el riesgo de decaer y de no ir tan lejos como se hubiera
podido hacer. De hecho, si no se tiene un buen desarrollo del
amor y la compasión, se corre el peligro de no comprender
perfectamente la vía de los tantras. Así, se trate
de la vía de los tantras o la de los sutras, hay que saber
que la base es esencial. Para el que realmente ha comprendido
este adiestramiento de la mente, el Despertar está muy
cerca, a cuatro dedos de la punta de la nariz.¿Por qué
esta distancia de cuatro dedos? ¡Porque falta una cosa muy
pequeñita para alcanzar la iluminación!
Hablemos de shiné o de lhaktong, se trata siempre de un
proceso de absorción meditativa. Cuando practicamos la
meditación de la calma mental, la practicamos para calmar
la agitación mental y para hacer de manera que la mente
pueda situarse sobre un objeto designado, exterior o interior,
y no desviarse. Esta capacidad de la mente de permanecer donde
se ha puesto es lo que se llama shiné, y esto es común
a la vía de los sravakas (u oyentes), a la de los pratiekas
o a la vía del bodhisattva. Viene luego otra forma de absorción
meditativa, lhaktong, la visión excelente. Se trata de
la contemplación que ya no hace referencia a un objeto
y que aparece cuando la mente está establecida en la calma
perfecta; como consecuencia se pasa a lhaktong. Esto también
es común a las tres vías. Acabamos de recibir hoy
las enseñanzas preliminares a la enseñanza de lodjong,
adiestramiento de la mente.
En conclusión, hay que saber que el entrenamiento en la
práctica de la bodhicitta comporta dos aspectos: último
y relativo. Se trata de adiestramiento en la bodhicitta. En todo
éste entrenamiento de la mente, de momento es el entrenamiento
de la mente en el nivel relativo el que toma mayor importancia.
Conviene comprender que esta práctica de la bodhicitta
a nivel relativo y último no va nunca en contra de votos
que se hayan podido tomar. Cuando se toman los votos, se trate
de votos de disciplina exterior o interior o de votos de vajrayana,
no se trata de un contrato impuesto desde el exterior, sea por
la razón que sea. Los votos son simplemente el medio de
guardarse de lo que podría perjudicar al desarrollo de
las cualidades de la mente, perjudicar a la práctica del
amor y de la compasión, perjudicar al progreso espiritual.
Es la razón por la cual el entrenamiento de la mente, bajo
la forma que sea, se trate de la bodhicitta a nivel relativo o
a nivel último, no va nunca en contra de los de votos.
Los samayas, o lazos iniciáticos, son lo que nos guarda
de todo lo que podría venir a dañar nuestra práctica.
Esto no tiene nada que ver con la concepción que de ello
se tiene a menudo, que es una concepción exterior, y con
la cual se limita entonces el samaya. La práctica de los
samayas consiste de hecho en guardarse de todo lo que podría
venir a dañar la práctica o a perjudicarla. Si establecéis
sólidamente la base de vuestra práctica y la práctica
en sí misma, es decir la base y la vía, estáis
automáticamente protegidos de los riesgos de romper vuestros
samayas.
Esto concluye la enseñanza de hoy. Hemos adoptado hasta
el momento un punto de vista teórico; mañana abordaremos
la enseñanza en sí, que es algo pragmático
y que debe ser aplicado por cada uno de nosotros.
Antes de hacer la práctica de lodjong, es bueno recitar
las plegarias de vuestro maestro espiritual. Por eso vamos a recitar
ahora algunas plegarias a Su Santidad el Karmapa.
El entrenamiento de la mente consiste en un entrenamiento en el
amor y la compasión. Los términos tibetanos hablan
de un entrenamiento, de un proceso a la vez de desarrollo y de
práctica del amor y de la compasión, permitiendo
luego la manifestación de éstas cualidades que llegan
a ser un rasgo propio de la mente. En el estado actual, la mayor
parte del tiempo tenemos impulsos que nos llevan a experimentar
amor o compasión de manera momentánea y poco natural.
A menudo hay que forzarse o llamarse al orden. Se entiende por
mente completamente entrenada el hecho de manifestar
naturalmente amor y compasión, de experimentarlos de manera
espontánea un poco como el propio Chenrezy.
La
esencia de la mente es vacuidad: está libre de cualquier
característica. La mente es limpidez, consciencia pura,
pura cognición: está desprovista de todo lo que
podría oscurecerla. Es sin obstrucción: en el seno
de la mente, todos los fenómenos pueden manifestarse sin
obstáculo; todo el universo se manifiesta en el seno de
la mente, sin la cual no tendríamos consciencia de él.
La práctica del amor y la compasión viene a inscribirse
en esta última característica de la mente. Cuando
se desarrollan amor y compasión tales como se desarrollan
por la práctica del entrenamiento de la mente, son ilimitados
y no conocen obstáculo. El amor y la compasión vienen
pues a inscribirse en las características propias de la
mente, como la vacuidad, perfecta limpidez (es decir perfecta
cognición) y no obstrucción (es decir amor y compasión)
Por la realización de esto, se progresa hacia las diferentes
etapas del Despertar.
¿Comprendéis bien esta característica de
no obstrucción de la mente? En el interior de la mente
pueden aparecer todos los fenómenos ¿Qué
se entiende exactamente por no obstrucción? Esto significa
que no existe partición, límite o espacio cerrado
en la mente. La mente puede contener absolutamente cualquier cosa,
y no solamente nuestros pensamientos o lo que nosotros imaginamos.
Es mucho más vasto que esto. Por ejemplo, estamos en un
espacio donde me habéis arreglado un trono, una mesa con
micros, etc. Abajo, está sentada la gente. Todo esto aparece
sin obstrucción en la mente. Es algo que está ahí.
Imaginad que alguien se duerma aquí, podría soñar
una gran ciudad como París. Esta gran ciudad, de alguna
manera también está ahí. Hay igualmente toda
una multitud que percibe un universo: cada uno percibe el universo
a su manera, y todos éstos universos percibidos por cada
uno nosotros se encuentran contenidos en un mismo espacio. No
hay limitación en la mente. Todo puede entrar a la vez
ahí.
II parte
Cuando hablamos de las apariencias de la mente como desprovistas
de límites, eso hace referencia a la inmensidad de la mente,
pero eso hace referencia también a algo profundo. Por ejemplo,
si yo percibo éste espacio delante de mí, yo percibo
objetos sobre la mesa. Al mismo tiempo, éstos objetos están
desprovistos de existencia propia y ésta percepción
que yo tengo es su única realidad. No tienen en tanto que
objetos otra realidad que la percepción que yo tengo de
ellos. Son de alguna manera ilusorios. Ahora volvamos a nuestro
soñador. Esta persona esta percibiendo una gran ciudad
como París. Bien entendido, París no está
aquí; la única realidad de ésta gran ciudad
es también la concepción que el soñador tiene
de ella. Además, todos nosotros aquí percibimos
el mundo y el universo. Pero éste universo y éste
mundo no tienen existencia, en el sentido en que nosotros lo entendemos
habitualmente, mas que en la medida de la percepción de
cada uno de nosotros. Está, pues, mi percepción
individual de los objetos, está la concepción ilusoria
del sueño sobre Paris, está la percepción
del universo por cada uno de entre nosotros. Todo esto coexiste,
forma y compone una realidad que, por mas que ilusoria, es coexistente
en la mente. La mente admite y acepta todas éstas realidades
completamente, sin ninguna molestia, sin ningún obstáculo.
¿Está claro?¡Si habéis comprendido
levantad la mano! Comenzáis quizá a comprender algo,
pero yo no estoy seguro de que hayáis comprendido al punto
de decir: ¡es realmente así! y de tener verdaderamente
confianza en eso. Las apariencias no limitadas de la mente dependen
de hecho de las dos otras cualidades de la mente: la claridad
y la vacuidad. Depende en primer lugar de la vacuidad de la mente.
¿Qué se entiende por vacuidad de la mente? Nada
en la mente existe de manera intrínseca o independiente;
no hay como si dijéramos átomos de la mente. Comprender
esto es muy importante, pues si la mente no estuviese totalmente
vacía de toda característica y de toda substancialidad,
habría un límite de lo que puede contener la mente
o de lo que puede imaginar. Cuando soñamos por ejemplo,
imaginamos universos enteros. Si las producciones de la mente
y la mente misma no estuviesen vacías, esto acabaría
por bloquear la mente. En la medida de las percepciones, de los
fenómenos mentales, de los pensamientos, etc., la mente
se encontraría poco a poco llena. Pero esto no ocurre así;
podemos siempre concebir otros fenómenos mentales.
Hay
tres clases de vacuidad de las que es muy necesario tomar consciencia:
-la vacuidad de la mente en la que todo puede surgir.
-la vacuidad de los fenómenos exteriores. Uno no percibe
de éstos fenómenos mas que su representación
en la mente, que nos aparece como una realidad exterior, y esto
no tiene otra realidad que la que nosotros le prestamos, es decir
la realidad de nuestra mente. Por eso se dice que los fenómenos
exteriores están igualmente vacíos.
La vacuidad de los fenómenos mentales que aparecen y se
disuelven en la mente sin dejar huella.
Es importante comprender lo que se entiende por mente. Por su
naturaleza propia, es vacuidad. Tenemos la costumbre de decir
que su apariencia es no obstrucción; esto traduce de hecho
su modo de manifestación. Su característica es ser
limpidez. Limpidez significa pura consciencia, en el sentido del
término inglés awareness: ser consciente
de, saber de algo que existe; en francés se puede traducir
eso por pura cognición: no es el conocimiento sino la facultad
que permite conocer. Importa comprender éstas tres características
de la mente porque se manifiestan cada vez que tomamos consciencia
de un fenómeno sea el que sea. Por ejemplo, tengo un vajra
en la mano: en tanto que vajra tal como yo lo veo, no tiene otra
existencia más que lo que yo percibo de él, más
que la imagen que yo formo de él en mi mente. Poco me importa
saber quien lo ha hecho o como ha sido hecho, no tiene para mi
otra existencia mas que lo que de él es percibido por mi
mente, y siendo mi mente vacuidad, éste objeto no tiene
otra existencia mas que la vacuidad de mi mente. Así pues
éste objeto en sí mismo está vacío.
La cualidad de no obstrucción de la mente permite la aparición,
en mi mente de una multitud infinita de fenómenos y de
objetos diferentes sin que por otra parte interfieran los unos
con los otros. Cuando soñamos, percibimos los objetos como
si fueran totalmente reales, pero sabemos en nuestro despertar
que son completamente ilusorios. Tenemos tendencia también,
cuando estamos en vigilia, a percibir los objetos como reales,
mientras que de hecho el proceso es exactamente el mismo que en
el sueño: lo que me hace percibir el vajra en mi sueño
es exactamente el mismo proceso que me hace percibir el vajra
en el estado de vigilia. Las percepciones del sueño tienen
exactamente el mismo grado de realidad que las percepciones en
el estado de vigilia. En toda percepción intervienen estas
tres características de la mente: la vacuidad (su esencia),
la limpidez (la cognición, la facultad de percibir y de
tomar consciencia de las cosas) y la no obstrucción (lo
que caracteriza las apariencias de la mente).Todo lo que se acaba
de decir que concierne a la naturaleza de la mente y al carácter
ilusorio de los fenómenos tiene lógica; es bueno
saberlo y tenerlo en cuenta. Hay que comprender que los fenómenos
y la mente en sí misma están desprovistos de existencia
propia, que son vacuidad, que es la limpidez de la mente la que
permite tomar consciencia de todos los fenómenos sean los
que sean, y que es su no obstrucción lo que permite a la
infinita multitud de los fenómenos aparecer constantemente.
Hemos hablado de entrenamiento de la mente en el amor y la compasión.
Este amor y ésta compasión impregnan la mente gracias
a su carácter de no obstrucción: van a impregnar
poco a poco todos los aspectos de la mente.¿A que va a
llevar esto? Existe en la mente un nivel dónde van a inscribirse
los resultados de todas nuestras acciones, sean del cuerpo, de
la palabra o de la mente. Estos resultados forman lo que se llama
el velo del karma. Este es muy importante puesto que es un conjunto
de gérmenes preparados para manifestarse, y algunos llegan
a madurar de tal manera que constituyen toda la realidad tal como
la percibimos. Si nosotros vemos el universo de una manera que
nos es común en éste momento, es porque un cierto
número de gérmenes del velo del karma han venido
a madurar en cada uno de nosotros en el mismo momento, de la misma
manera, etc. Es extremadamente poderoso porque eso condiciona
nuestro modo de existencia y de percepción, así
como todo lo que nos ocurre. Hay que saber que a partir del momento
en que uno de éstos gérmenes del karma llega a madurar
ya no se puede hacer nada. Hay que sufrirlo. Pero en tanto que
permanece en un nivel potencial, es posible neutralizarlo purificándolo.
El instrumento de ésta purificación de los gérmenes
potenciales es justamente el amor y la compasión:
Por el entrenamiento, el amor y la compasión impregnan
completamente la mente en todos sus aspectos, hasta el nivel del
velo del karma que puede así ser purificado.
El primer fruto de la práctica del amor y de la compasión
es, pues, una purificación de las huellas kármicas.
Pasemos al segundo aspecto: cuando se practican el amor y la compasión,
tiene lugar un progreso. Por ejemplo, cuando se practica en función
del entrenamiento de la mente en siete puntos, los seis primeros
puntos implican la puesta en aplicación del amor y la compasión
de la manera llamada relativa, después el séptimo
punto lleva a la realización de la vacuidad de la mente.
Por el entrenamiento de la mente, se practica la vía de
las acumulaciones, después la vía de la transformación
de la mente, después la vía de la visión,
después la vía de la meditación. Se progresa
así hacia las diferentes etapas de la realización,
de manera perfectamente armoniosa. Hay que considerar en todas
y cada una de ellas, dos fases: un estado de absorción
meditativa lo que nosotros hacemos durante la meditación-
y todo lo que no es la meditación, es decir la vida cotidiana.
El entrenamiento del amor y la compasión nos permite por
una parte profundizar nuestra realización y por otra manifestar
cada vez mas espontáneamente éste amor y ésta
compasión en todos los aspectos de nuestra vida. ¿Cómo
se entiende esto?
Hay un amor y una compasión que son en cierto modo fabricados
por la mente: yo desarrollo amor y compasión; yo
me adiestro en el amor y en la compasión. Es lo que
se llama el amor y la compasión conceptuales. Pero hay
otra clase de amor y de compasión, que es espontáneo:
los de Chenrezy o de Manjusri. Un ser realizado no tiene necesidad
de pensar en desarrollar amor y compasión; es una cualidad
que le es propia y que hace que, espontáneamente, sin reflexión,
sin formulación de intenciones, todas sus acciones se lleven
a cabo de acuerdo con el bien más grande para los seres
que lo rodean. Este amor y esta compasión espontáneas
se manifiestan en cada instante de la existencia y no solamente
en la meditación. El entrenamiento de la mente hace que,
progresivamente, esta comprensión que nosotros obtenemos
durante la meditación, de la vacuidad de los fenómenos
del amor y la compasión, etc., impregne nuestra vida cotidiana,
para llegar a ser poco a poco espontánea. Pasamos de un
amor y una compasión fabricados a una comprensión
espontánea de la naturaleza de las cosas.
El tercer beneficio de la práctica del entrenamiento de
la mente corresponde a la absorción meditativa estable.
Cuando se medita sobre el amor y la compasión, se practica
shiné. Que se llame a eso shiné del mahayana o shiné
del vajrayana, es indiferente ya que se trata siempre de la estabilidad
mental. Cualquiera que sea la forma de shiné de la que
hablemos, no se trata de una cosa menor, ni de una cosa cualquiera.
Shiné es extremadamente profundo; es lo que se llama en
tibetano Ting-gnédzin y en sánscrito samadhi. Se
distinguen dos shinés: el shiné mundano y el shiné
paramundano, es decir el shiné mas allá del samsara.
Pero incluso cuando se habla de shiné mundano, se trata
de algo extremadamente sutil y profundo.
Por
la práctica de la absorción meditativa, se alcanza
la realización del mahamudra. Pero hay que saber que esta
vía comienza por el entrenamiento de la mente. Este entrenamiento
de la mente lleva a una meditación sobre el amor y la compasión
que desarrolla la estabilidad mental y al mismo tiempo purifica
el velo del karma. Cuando éste velo se purifica hasta un
cierto punto, el obstáculo que impide a las virtudes de
la mente manifestarse se disipa entonces considerablemente, y
todas las cualidades intrínsecas de la mente pueden entrar
en función espontáneamente. Es una ayuda muy potente
para progresar hacia la realización del mahamudra. Esto
lleva a la realización de la primera tierra del bodhisattva.
Una vez que se obtiene en ésta existencia ésta primera
tierra, el propio estado de buda no está lejos.
¿Qué creéis que es ésta primera tierra
del bodhisattva?¿Creéis que es un diploma universitario?
Uno de los obstáculos a los que nos enfrentamos es la no
adaptación de los lenguajes occidentales a la transmisión
del dharma, porque el dharma no ha sido enseñado en esas
lenguas. El vocabulario occidental no ha sido forjado para describir
las realidades enseñadas en el dharma, y estamos obligados
a utilizar metáforas; hablamos del cuerpo de arco iris,
de vehículo de diamante, de loto, de volar por los aires,
etc. Es muy hermoso. Leemos eso y lo encontramos magnífico.
Al fin uno se decide a recibir una iniciación; pero acudiendo
ahí, gran decepción; el lama no aparece luminoso,
no se transforma en arco iris, no se disuelve en luz para ser
absorbido en nosotros, etc. Nos decimos que quizá no era
el día, ni el lama que hacía falta, que más
vale volver a otra iniciación. Pero la vez siguiente ¡sigue
sin funcionar! Comenzamos a tener dudas. Volvemos a empezar una
tercera vez. Y ahí, se nos hace evidente ¡que nos
han contado cuentos! Acabamos por plantearnos preguntas: ¿ya
vale la pena hacer todo esto? ¡ Realmente es tirar mi dinero
por la ventana! Es lo que ocurre en Extremo Oriente, dónde
la gente se dice que el vajrayana no corresponde a lo que ellos
esperaban. Es lo que nos arriesgamos que ocurra en Occidente.
Sin embargo, hay esperanza porque, ahora, todo el mundo hace esfuerzos
para que la enseñanza del dharma conduzca cada vez mas
a las realidades esenciales del dharma, y para que sea comprendido
correctamente. La gente últimamente, viene para intentar
comprender, para intentar realizar lo que se dice, y no para empapuzarse
de una suerte de folklore milagroso.
Hemos acabado con la parte teórica de la enseñanza
de Lodjong. Hemos visto la teoría y la filosofía
de lodjong, se trata ahora de practicar el entrenamiento de la
mente.¿Cómo se hace? Meditando. Para meditar, hay
que sentarse en la postura más correcta posible y practicar
un cierto número de espiraciones forzadas que en cierto
modo purifiquen el sistema. Después, se sitúa la
mente en el vaivén del aliento y se cuenta así:
espiración, pausa, inspiración (es una), espiración,
pausa, inspiración (son dos) etc. O si se encuentra esto
un poco difícil de seguir, se hace simplemente: espiración
(1), inspiración(2), espiración(3), inspiración(4),
etc. De todas maneras es bueno mantenerse en ciclos de 21; no
es demasiado y es suficiente para mantener la atención.
¿Qué se hace durante estos 21 ciclos respiratorios?
Pensamos que se envía y da, cada vez que espiramos, a todos
los seres sin excepción, toda la virtud, todas las cualidades,
todas las potencialidades positivas de nuestra mente. Es de hecho
la verdadera causa de toda felicidad y nosotros la donamos a todos
los seres, conforme a nuestros votos de bodhisattva. Cuando inspiramos,
pensamos que tomamos para nosotros toda la negatividad, todas
las potencialidades negativas de la mente de todos los seres,
y que los purificamos así de todas las causas de sufrimiento.
Continuamos hasta 21, después de lo cual hacemos una pequeña
pausa y volvemos a empezar.
Os aconsejé ayer, cuando deseéis practicar el entrenamiento
de la mente, antes practicar el guru yoga de Su Santidad Karmapa.
Visualizáis arriba de todo al primer Karmapa, luego dos
filas sucesivas de siete Karmapas, después abajo, el decimosexto
Karmapa, el que habéis visto quizá. Todos están
sentados en la posición de Maitreya y hacen el gesto de
bendición: la palma de sus manos vuelta hacia nosotros,
así como la planta de sus pies, transmitiéndonos
la bendición.
Luego, recitamos la plegaria Ma Nam Ka Tang Nyam...
Yo, así como todas mis madres, os rogamos lama que
sois el buda, lama que sois el dharmakaya, el sambhogakaya, el
nirmanakaya.... Y pensamos que toda la gracia y la potencia
de todos los budas del pasado, de todos los budas actuales y de
todos los budas del futuro se concentran en ésta visualización
del linaje de los Karmapas y nos son transmitidas por su mediación.
Imaginamos
también, alrededor nuestra, todos los seres sin excepción
bajo una forma humana no imaginamos las seis clases de seres
bajo formas diferentes, sino que imaginamos que todos los seres
han obtenido por fin el precioso cuerpo humano con sus dieciocho
características- y pensamos que todos juntos invocamos
al lama, para obtener su gracia y su bendición.
En el curso de ésta meditación, conviene desarrollar
la devoción o aspiración. Esta devoción debe
ser confortable y desprovista de tensión o de stress. A
veces, cuando estamos crispados mentalmente, el cuerpo tiembla
y se produce una especie de exaltación. No es eso. Es una
aspiración que irradia y llena toda la mente, pero sin
crear tensión. En éste estado devocional sin tensión,
se recita el mantra Karmapa Cheno tanto tiempo como se desee y
se pueda. Cuando se acerca el fin de la recitación, se
visualizan los diferentes aspectos del Karmapa. Hay dieciséis.
Estos dieciséis aspectos no tienen nada de sólido
ni nada físico. Son semejantes al reflejo en un espejo:
aparecen sin poseer ninguna sustancialidad. Quince de estos aspectos
se absorben en el decimosexto, que es Rigpei Dorje. Este último
Karmapa viene a situarse en lo alto de nuestra cabeza mientras
continuamos recitando Karmapa Cheno.
Después se disuelve en luz y se absorbe en nosotros. Hay
que evitar pensar que el lama pasa por un agujerito en la coronilla
para absorberse en nosotros. No hay ninguna clase de sustancialidad
en esto. Si os imagináis algo substancial, lo que os arriesgáis
que pase es que se os haga un ¡agujero en la coronilla!
Hay que comprender que no es mas que una visualización.
Como tal, se trata de un símbolo desprovisto de materialidad,
que representa que toda realidad es reconducida a su esencia misma
que es el dharmakaya, y que tomamos consciencia de ello. No intentemos
en modo alguno imaginar que se trata ¡de una disolución
realmente física del lama en nuestro cuerpo! Por lo mismo,
no es descortés visualizar a los ¡Karmapas descalzos
delante nuestra!
Conviene captar bien éste proceso: meditamos en el lama
en tanto que esencia de los tres kayas o tres Cuerpos de Buda,
es decir el Cuerpo de vacuidad (dharmakaya), el Cuerpo de gozo
(sambhogakaya) y el Cuerpo de manifestación (nirmanakaya).
Cuando esta esencia de los tres Cuerpos se dice que penetra y
se funde en nosotros, esto significa que estos tres Cuerpos no
son otra cosa mas que la esencia de nuestro cuerpo, palabra y
mente.
Cuando se imagina esta fusión de los tres Cuerpos con nuestro
cuerpo, palabra y mente, purificamos simbólicamente estos
a fin de que nuestra mente llegue a ser la manifestación
del dharmakaya, nuestra palabra la manifestación del sambhogakaya,
y nuestro cuerpo la manifestación del nirmanakaya. Es una
operación simbólica que facilita la realización
de la verdadera naturaleza de nuestro cuerpo, palabra y mente.
Hay que entenderlo bien.
La postura de meditación es muy importante. Una postura
defectuosa entraña un cierto número de riesgos o
de peligros. Inclinar el cuerpo a un lado o al otro, adelante
o atrás no es en absoluto anodino. Eso puede conllevar
el desarrollo de problemas en el equilibrio de la mente. De la
misma manera cuando respiramos, a veces tendemos a hacerlo con
el pecho y a no bajar el aliento lo suficientemente abajo. Esto
también puede entrañar ciertos inconvenientes. El
cuerpo sutil es extremadamente delicado y el acto de equilibrarlo
es muy importante. Es un equilibrio muy sutil que hay que llegar
a dominar. Una postura desaconsejada consiste en tener las rodillas
mas altas que el trasero. Es lo que ocurre indefectiblemente si
tratamos de meditar en un sillón. Es muy malo para la meditación.
Cuando se comienza a meditar, se reciben enseñanzas preparatorias
para la práctica de la meditación. Una de las cosa
que se enseñan junto con la postura, es la higiene alimentaria.
Normalmente los monjes budistas se saltan una comida y no comen
por la noche, con el fin de no engordar demasiado, porque un exceso
de peso hace aparecer problemas en la meditación. En el
Tíbet, país frío, los monjes tomaban por
la noche una ligera comida, pero sea como fuere nadie era animado
a comer demasiado. Por qué los monjes están gordos,
es una cuestión que se plantea a menudo. Esto viene de
una costumbre china que dice que cuanto más gordo es el
monje, tiene mas bendición. Eso impresiona, es deslumbrante.
Los chinos tienen ésta cultura: les gusta que un monje
esté gordo, impasible y plácido. No es en absoluto
la concepción que yo tengo de ello. Alguien que medita,
monje o laico, no debería estar obeso o con exceso de peso.
Cuando el vientre os cae encima de las rodillas, estáis
molestos para respirar, jadeáis y eso no es bueno. Ya seáis
monjes o laicos, si deseáis meditar correctamente, vigilad
vuestra línea un poco. Evitad ante todo los alimentos grasos
que generan somnolencia. Algunos monjes muy gordos, pero también
muy realizados, no están en absoluto influidos por su cuerpo;
su mente puede estar completamente anclada en la meditación.
Llegado ese momento ya no hay problema. Muchos lamas comienzan
el retiro haciendo cien mil postraciones a un ritmo muy intenso.
Pierden peso por un lado, y al mismo tiempo, su cuerpo se distiende
y se muscula. Pero cuando se acaban esas cien mil postraciones,
paran repentinamente y pasan a prácticas tales como la
práctica de Vajrasattva, que es una meditación sentada.
Al hacer menos ejercicio, recuperan peso, y como la mayor parte
de las prácticas están sentados, tienen tendencia
a engordar en el retiro, lo que no es buena cosa. Así pues,
tened cuidado y vigilad un poco vuestro peso, pues entre las diferentes
causas que producen torpeza en la meditación, la primera
es el hecho de ¡estar gordo! Hay que vigilar igualmente no
caer en el exceso contrario, la anorexia. A partir del momento
en que se está demasiado flaco, al no tener el cuerpo físico
suficiente energía, el cuerpo sutil tampoco dispone de
energía suficiente para desarrollar una buena meditación.
Todos los medios son entonces buenos para reforzar ese soporte
físico: tomad vitaminas C, B, ¡lo que queráis!
Tradicionalmente, hay que abandonar cinco cosas nocivas a nivel
de higiene personal. Sin entrar en los detalles, hay que saber
que las instrucciones que se acaban de dar nos permiten evitar
éstas cosas nefastas. Lo mejor es atenerse a la higiene
dietética occidental: la manera occidental de concebir
el equilibrio físico del cuerpo es excelente, y si nos
atenemos a ello, en general, estamos en forma para la meditación.
Otro consejo es no intentar meditar en lo mas profundo de la noche.
Hasta las 22, bien. Normalmente hay que intentar dormir antes
de las 22 y no intentar meditar a las 2 de la mañana. No
es buena cosa. Por el contrario, a las 4, podemos comenzar a meditar
porque la mente está clara. Pero entre las 22 y las 4 de
la mañana, no merece la pena intentar meditar. Es la razón
por la cual saltarse la cena puede ser muy provechoso: si no se
come a la noche y uno se acuesta antes de las 22, no hay ninguna
dificultad en levantarse a las cuatro de la mañana, con
la mente clara. Desde luego, como todas las costumbres, esto pide
un cierto esfuerzo.
Es como para nuestras emociones: son costumbres y es difícil
dominarlas, pero por poco que uno se esfuerce, el beneficio de
eso, es en verdad muy grande. Si nuestra meta es una meditación
correcta, tenemos que esforzarnos en este sentido.
Si hay entre nosotros, personas que por primera vez toman contacto
con el dharma, que comienzan en ésta vía, yo quisiera
ponerlas en guardia contra una tendencia muy extendida. Cuando
se viene a escuchar las enseñanzas, nos gustaría
que fuesen conformes a lo que se desea, que nos gusten, que todo
sea fácil y agradable, etc, y se tiene la tendencia a transformar
lo que se ha escuchado para volverlo conforme con lo que prejuzgábamos
que debería ser. Voy a menudo a Hong Kong, la ciudad de
los hombres de negocios. Esa gente hace muchos negocios, pero
algunos no van bien; tienen sin embargo grandes esperanzas y les
gustaría que se desarrollasen bien. Entonces vienen a ver
a un Rimponché y le preguntan: ¿Si continúo
en este terreno, todo irá bien? Cojo mi mala y hago
lo que se llama un Mo. Cuando digo: ¿Sabe? Eso no
es muy bueno, veo la cabeza del hombre de negocios que se
transforma en una máscara de tristeza refunfuñante,
pero inmediatamente los engranajes comienzan a girar, el hombre
diciéndose: Él dice que es malo, pero en fin,
algo de bueno tiene que tener. El hombre comienza a transformar
las cosas, y finalmente, se va convencido de que tiene razón
en continuar en la dirección que había tomado. Hay
que tener cuidado porque no estamos libres de ese género
de cosas: cuando escuchamos enseñanzas que realmente no
nos gustan, cosas que no tenemos ganas de hacer, etc., las cambiamos,
y nos sentimos justificados en nuestras antiguas costumbres en
lugar de cambiar. Hay que tener mucho cuidado con ésta
tendencia.
Por lo que respecta a la meditación sobre el amor y la
compasión que se llama dar y tomar (Tonglen),
existe una visualización por la cual se envía hacia
todos los seres todo el karma positivo que se posee para que se
beneficien de él y se cargan sobre uno todas las negatividades.
Muy a menudo la mente se encuentra distraída y errática.
Nos ponemos a pensar en otra cosa. Lo importante es darse cuenta
de ello, desarrollar suficientemente vigilancia para darse cuenta
de que uno se ha distraído. En éste momento, no
hay que preocuparse. Al contrario, hay que permanecer perfectamente
calmado y volver a la meditación sin pensar: está
bien o está mal. Ante todo hay que evitar
el desaliento o el desánimo, por que eso no sirve absolutamente
para nada.
He dado instrucciones con respecto a la meditación de Tonglen.
Cuando se practica la meditación, hay siempre dos fases:
la meditación formal y la fase postmeditativa. Por lo que
respecta a la meditación formal, deberíamos atenernos
a Tonglen en tanto que no hayamos dominado completamente ésta
práctica.
Sobre
el resto de nuestra vida, que no es meditación en sí
misma, debemos esforzarnos en introducir el espíritu del
Despertar en todos los aspectos de nuestra existencia, de relacionar
el máximo de actividades cotidianas con el espíritu
del Despertar. Pero al decir esto conviene ser prudente. El exceso
puede ser peligroso. Esforzándose veinticuatro horas sobre
veinticuatro en no pensar mas que en el espíritu del Despertar,
uno se arriesga ¡a tener un accidente de automóvil!
¡Por lo menos hay que prestar atención a lo que se
hace! Es particularmente cuando nos las vemos con asuntos relacionados
con las emociones conflictivas, cuando importa acordarse del espíritu
del despertar. Las emociones conflictivas son lo que perturba
la actividad fundamental de la mente.
En particular, hay que destacar tres aspectos de las emociones
conflictivas:
-el deseo-apego: surge en nosotros cuando nos encontramos en presencia
de una persona, de un objeto o de una circunstancia que nos parece
deseable para nosotros mismos, que podría eventualmente
acrecentar nuestras posesiones o nuestro yo.
-la aversión-rechazo: es todo lo que parece amenazarnos
directa o indirectamente, y que apartamos tan violentamente como
lo tememos.
-ignorancia-opacidad mental: es una tendencia de la mente a ignorar
deliberadamente lo que no nos conviene o lo que no nos interesa
directamente. No hay que descuidar éste aspecto de ignorancia
o indiferencia porque está en la base de la mayoría
de nuestros errores. Dejándonos ir a la ignorancia, desarrollamos
una visión errónea de las cosas. Tenemos una concepción
del bien y del mal, de lo bueno y de lo malo, de lo positivo y
de lo negativo, que no está basada en la realidad de los
hechos sino en nuestras ganas y nuestros deseos del momento. Es
una manifestación de ignorancia contra la cual el espíritu
del Despertar es extremadamente poderoso, ya que nos obliga a
examinar verdaderamente las cosas. Cuando se ha hecho el voto
de realizar en tanto que sea posible el bien de todos los seres
y de considerarlos con amor y compasión, uno no puede contentarse
con decir: eso tiene que ser así. Uno está
obligado a examinar realmente la situación, a ver en sí
mismo las emociones y a considerar la posición del otro.
Comprendiendo lo que ocurre con uno y lo que ocurre con el prójimo,
no se puede hacer otra cosa mas que desarrollar una verdadera
consideración y una compasión auténtica para
el otro. Se deja, entonces, de funcionar con opiniones para funcionar
sobre hechos mas próximos a la realidad.
Nuestra práctica principal debe ser Tonglen, tomar y dar,
y fuera de la meditación, debemos relacionar todos los
instantes de nuestra vida con el espíritu del Despertar,
sin olvidar desear poder liberar al prójimo de la maduración
de causas negativas. Pero en tanto que no hayamos alcanzado una
verdadera estabilidad mental, nos arriesgamos a aburrirnos tremendamente
en la meditación. Si tratamos de practicar Tonglen y la
mente no es suficientemente estable, al cabo de un momento tenemos
bastante. Si no cambiamos de práctica, nos aburrimos y
acabamos por abandonar la práctica. No es así como
se llega al Despertar. Podemos, pues, proponer otra cosa para
evitar eso. Cuando nos basta de practicar Tonglen, dejamos esta
práctica de lado y practicamos simplemente la contemplación
de la mente en sí misma. Eso significa que en lugar de
fijarse en una visualización o en un objeto cualquiera,
la mente reposa en sí misma y trata de percibirse a sí
misma. La mente es vacuidad, y si se ve la esencia de la mente,
se percibe la vacuidad. Pero cuando aparece una emoción
o un fenómeno mental, podemos examinar las apariencias
de la mente. En principio, cuando tratamos de permanecer en la
contemplación de la mente, como raramente somos capaces
de percibir directamente la esencia de la mente en sí,
aparecen fenómenos mentales. Estos fenómenos mentales
son generalmente emociones conflictivas que conviene examinar
a dos niveles: un nivel último y un nivel relativo.
El examen relativo sirve para percibir y disminuir la impronta
del aferramiento egocéntrico.
Gracias al examen de las emociones a nivel relativo, comprendemos
como se manifiesta el aferramiento egocéntrico y poco a
poco se disminuye su impronta. Cuando meditamos, nos establecemos
en la postura correcta de meditación con la respiración
adecuada, etc. Cuando surgen en la mente emociones y fenómenos
mentales, los examinamos con el fin de ver lo que son y como funcionan:
¿por qué surgen las emociones? ¿Qué
consecuencias pueden entrañar? Por ejemplo, si consideramos
un objeto o una situación, el deseo-apego puede surgir.
Cuando se ha reconocido esta emoción la primera cosa que
hacer es estar bien presente y consciente de lo que pasa se
examinan los problemas que plantea. Si experimentamos deseo y
dejamos venir a ese deseo sin actuar, eso tiende a suscitar en
nuestro interior avidez.
Después, el deseo nos empuja a actuar para procurarnos
esa cosa. Si lo obtenemos, experimentamos una sensación,
supuestamente agradable, que refuerza así el movimiento
consistente en arrimarme y buscar objetos de placer, y que acrecienta
el deseo. Es una primera consecuencia, pero no la única.
En general una misma cosa es codiciada por varias personas a la
vez.
Por ejemplo, cuando diferentes empresas trabajan en un mismo campo
de aplicaciones, una obra o un cliente llegan a ser un objeto
de deseo, y suscitan entre las empresas una competencia que puede
ser feroz, generando celos, cólera, doblez, etc. Por mas
que nosotros no seamos una empresa, entramos a menudo en competencia
mas o menos directa con nuestros vecinos por el objeto de nuestros
deseos. Eso puede arrastrarnos a desarrollar hacia ellos aversión,
celos, véase violencia, etc.
Otra emoción que habita permanentemente en nuestra mente
es el orgullo. Nos percatamos poco del orgullo pues es una tendencia
que damos por natural: naturalmente, soy el mejor, naturalmente,
soy el centro de todo, soy el más guapo, etc.
Algo en nuestro interior piensa siempre así. Conviene ser
consciente de ello y ver las consecuencias de éste orgullo.
La primera consecuencia es la susceptibilidad. Desde que alguien
nos dirige una palabra que malentendemos o nos habla en un tono
que creemos que no es lo suficientemente respetuoso de nuestras
cualidades, desde que no somos inmediatamente reconocidos como
la excelente persona que creemos ser, montamos en cólera.
O peor, cuando vemos que algún otro es considerado con
miramientos, que pensamos que no se nos deben mas que a nosotros,
desarrollamos celos. Y éstos celos engendran violencia.
Es importante proceder de ésta manera. Cuando uno ha reconocido
una emoción, no basta con reconocer su presencia, sino
que hace falta intentar tomar consciencia de las consecuencias
que puede entrañar y que a menudo entraña. Procediendo
de tal suerte en nuestra meditación, podremos ver hasta
que punto somos malvados.
En cuanto a la ignorancia, podemos ver fácilmente sus consecuencias
en la manera como funciona nuestra mente. Lo que se llama ignorancia
es el desconocimiento, por la mente, de su propia naturaleza.
Por eso, el modo de funcionamiento de nuestra mente -todo lo que
llamamos nuestros procesos mentales- se caracteriza por la ignorancia:
en la base de todo nuestro funcionamiento, se encuentra la ignorancia
fundamental. Y la mente, que es en esencia vacuidad, no cesa de
aparecer a través de los fenómenos mas o menos confusos
que llamamos fenómenos mentales. Porque estamos sometidos
a la ignorancia, asociamos los fenómenos mentales que aparecen
y se disuelven en la mente, a la mente en sí misma. De
hecho, lo que vemos no es verdaderamente la naturaleza de la mente,
sino la manifestación de la ignorancia en nuestra mente.
Con
viene respetar un cierto método en esta manera de examinar
la mente, e introducir un elemento de estabilidad en esta contemplación.
Por ejemplo, durante un cierto tiempo, uno examina la aversión
y la cólera; y uno se mantiene en el examen de la cólera
mientras no ha visto claramente lo que es y cuales son sus implicaciones.
Todo el rato mientras no ha comprendido que son el deseo y sus
implicaciones, uno se mantiene en el examen del deseo; y así
continúa. Hay que evitar mariposear de un fenómeno
mental a otro, de una emoción a otra, porque no se obtienen
resultados válidos. Conviene ver que la meta de este género
de contemplación es obtener una certeza en la mente respecto
a tal o cual emoción. Pero tampoco hay que caer en el desprecio
de sí mismo o en una tendencia autodestructiva. Existe
una segunda manera de examinar los fenómenos mentales,
que se recomienda utilizar cuando uno ha practicado suficientemente
este primer examen discursivo en el cual se examinan mentalmente
las consecuencias de tal o cual emoción. Para no arriesgarse
a descuidarse en los medios utilizados, es bueno cambiar una vez
mas de modo de examen. Se considera así simplemente los
fenómenos mentales tratando de verlos tal como son. Cuando
un fenómeno mental aparece, uno intenta ver de qué
está hecho y que es, mas allá de la apariencia del
fenómeno mental. Si yo examino un fenómeno mental
de esta manera, desaparece por sí mismo reabsorbiéndose
en la naturaleza de la mente. Vemos así que los fenómenos
mentales no tienen existencia en sí mismos. Vale lo mismo
para los fenómenos mentales directamente ligados a emociones
conflictivas: si se mira de esta manera la cólera, la aversión,
se los ve disolverse y absorberse totalmente en la mente. Uno
comienza, pues, por hacer un examen discursivo de los fenómenos
mentales y, al cabo de un cierto tiempo cuando ya tenemos bastante,
podemos pasar a ésta clase de examen, que ya no es discursivo
sino que es una contemplación de los fenómenos mentales
en profundidad. Ahora que conocéis los diferentes métodos
de meditación, se trata de utilizarlos; si no en lugar
de meditar, uno hace discursos. Cuando hay así, un período
de enseñanza, debe ser seguido inmediatamente por la práctica
de ésta enseñanza. Voy a enseñar ahora el
Entrenamiento de la mente en siete puntos. Estas explicaciones
son muy importantes y conviene tomar buena nota de ellas. Estas
enseñanzas están condensadas pero son completas:
estos siete puntos resumen todas las instrucciones de lodjong.
El que se dé a ellas totalmente, de una manera pura, no
tiene que tener ninguna inquietud: alcanzará realmente
el Despertar, en el peor de los casos en el bardo después
de la muerte. En efecto, la liberación en el bardo es más
fácil, por el hecho de que lo que se llaman los karmas
llegados a madurez pierden su fuerza justo después de la
muerte: los karmas que han sido llevados a madurez en la vida
que acaba de marcharse llegan a su fin, y los de la existencia
que va a venir todavía no han empezado a madurar. Hay como
un intervalo de tiempo en el cual la llegada a madurez de los
karmas se aminora. Sin embargo, no es necesario alcanzar la muerte
para que la práctica pura de lodjong alcance sus frutos.
Si uno se consagra a ello con suficiente entusiasmo y perseverancia,
es del todo posible alcanzar el despertar en ésta misma
existencia.
Esta enseñanza consta de siete puntos. Conviene practicarlos
a la vez en la meditación misma y en la fase postmeditativa,
es decir en la vida cotidiana que no es meditación, y establecer
claramente la relación entre ambas.
El primer punto se refiere a la práctica del guru yoga
que ya he explicado.
El segundo punto se refiere al entrenamiento en el espíritu
del Despertar. Hay dos aspectos en éste espíritu
del Despertar; el aspecto relativo y el aspecto último.
El espíritu del despertar en el nivel último está
directamente ligado con lhaktong, la visión penetrante.
Está también directamente ligado a la práctica
del mahamudra. El aspecto relativo de la bodhicitta está
directamente ligado, por su parte, a la práctica de las
acumulaciones. Para llegar al despertar, es absolutamente necesario
reunir la sabiduría (por la práctica de lhaktong
y de la bodhicitta a nivel último) y los medios hábiles,
que son dados por la práctica de las acumulaciones. El
espíritu del Despertar a nivel último necesita,
para ser verdaderamente desarrollado, apoyarse en un punto de
vista perfectamente justo. Se trata de considerar la mente vacía
así pues desprovista de características- perfectamente
límpida y desprovista de toda obstrucción. Para
llegar a la contemplación de la mente tal como es, es extremadamente
importante tener de partida una idea precisa y clara de éstos
puntos de vista; vacuidad, limpidez, no obstrucción. Pero
la comprensión intelectual no basta; además uno
tiene que verlo por sí mismo, ese es el quehacer de la
práctica de la meditación.
Esta mente, cuya esencia es la perfecta vacuidad, completa limpidez
(o cognición) y no obstrucción, puede manifestarse
de dos maneras. En tanto que su naturaleza perfectamente pura,
límpida, etc., no es reconocida, se manifiesta en las producciones
o la irradiación de la mente. En lugar de estar la mente
en su esencia desprovista de producción, hay conceptualización
y aferramiento egocéntrico. El modo de conciencia que corresponde
a éste aferramiento egocéntrico es lo que se llama
Namshé, la llamada conciencia ordinaria. Namshé
significa: lo que percibe las apariencias, lo que conoce todo.
Efectivamente, a partir de esta conciencia ordinaria de base,
se desarrollan modos o instrumentos de percepción: hay
una conciencia correspondiente a la vista, una conciencia correspondiente
al olfato, una conciencia correspondiente al gusto, una conciencia
correspondiente al tacto, una conciencia correspondiente al oído,
hay, en fin, una sexta conciencia, que corresponde a la integración
en el mental. Esto se sitúa a nivel de la mente del individuo,
pero, a partir de éstas seis conciencias, el universo aparece
como lo que llamamos apariencias ilusorias: la mente capta la
realidad última no en tanto que realidad última,
sino en tanto que realidad fraccionada por esas seis conciencias.
Es lo que llamamos los fenómenos. Los fenómenos
son primeramente, el cuerpo y los diferentes atributos del que
detenta ésta conciencia, y después todos los fenómenos
exteriores, es decir el universo.
Esto constituye el punto de vista referido a la vez a la naturaleza
última de la mente y la naturaleza de la conciencia ordinaria,
y la naturaleza de los fenómenos.
Es un punto de vista relativamente fácil de comprender.
El problema es que, cuando uno se confronta con lo cotidiano,
es mucho más difícil de percibir. Se puede comprender
muy bien que los fenómenos son vacuidad, que la mente es
vacuidad, que todo eso es una ilusión, pero en tanto que
uno está inmerso ahí, eso tiene el aspecto de una
realidad totalmente tangible. Si cojo ésta campana, es
sólida; si la muevo, suena. Es absolutamente innegable.
Puedo decirme que la campana no tiene existencia propia, que el
sonido es vacuidad y que no es mas que una producción de
mi mente. Es verdad. Pero es extremadamente difícil reconocerlo
en el mismo momento en que tengo ésta experiencia. Esos
puntos de vista no van mas allá de lo intelectual. Hay
que pasar ahora a la fase más importante que es la aplicación
en la meditación. No se si esto es muy fácil de
hacer para los Europeos. En cualquier caso, he aquí como
procedemos nosotros. Meditamos sobre el mundo exterior, sobre
los fenómenos. Decimos que todos los fenómenos,
aunque aparecen como reales son ilusorios: si se los examina,
nos percatamos de que son vacuidad y de que representan exactamente
una ilusión de la mente. Para alcanzar esto, hay dos maneras
de proceder:
Sea que uno comprende verdaderamente el razonamiento lógico,
y uno lo asume. Sea que el razonamiento lógico no nos parece
claro, pero lo aceptamos como tal porque el lama nos lo ha explicado
así.
Cuando se posee una inteligencia suficientemente entrenada, si
uno ha desarrollado un cierto sentido de la lógica, es
posible llegar por sí mismo a la conclusión de que
los fenómenos son ilusorios. No es necesario ser budista
o haber recibido enseñanzas budistas para llegar a ésta
conclusión. Hay que saber que las enseñanzas del
Buda corresponden a la realidad tal como es. No es una doctrina
que haya que creerse, es simplemente la descripción de
las cosas tal como aparecen y tal como son. Shakespeare alude
a ello cuando dice: Ser o no ser, dormir, quizá soñar,
etc.; eso significa que para éste autor la existencia
real no tiene, quizá, mas realidad que un sueño.
No sugiero aquí que se pueda comparar Shakespeare con el
mismo Buda, sino que este ejemplo está destinado
a explicar que se puede llegar a las mismas conclusiones con diferentes
razonamientos.
Todo
esto no es mas que teoría. Sin embargo, se trata de una
teoría importante porque nos da puntos de vista exactos
para empezar. Pero lo esencial es sentarse, meditar y realizar
eso. Yo me siento y calmo mi mente.
Calmar la mente, significa, por ejemplo, seguir veintiún
ciclos respiratorios: inspiración, espiración, etc.
Al cabo de veintiuna veces, mi mente debería estar lo suficientemente
calma, como para que yo intente ver lo que es. Intento ver la
mente sin ligarla a ninguna otra cosa, sin intentar ver ninguna
otra cosa, ver los fenómenos, importa ver simplemente la
mente en sí misma.
Hay que tener cuidado, también, de no perderse en esta
búsqueda. Cuando se examina la mente, uno se da cuenta
de que no tiene forma propia, ni color ni ninguna característica
propia. Es algo que uno persigue continuamente y que no
se encuentra. No hay nada sustancial a lo que agarrarse. Eso
puede dar vértigo. Importa estar atento y no volver a caer
como un cohete que estalla.
En la mente aparecen fenómenos mentales, pero cualquiera
que sea el fenómeno mental, tan abstracto como pueda parecer,
está siempre conectado a un objeto que no es la mente.
Cuando aparece un fenómeno mental, si se mira ese fenómeno
mental (el objeto), uno se percata de que el objeto es una producción
de la mente, que no tiene para nosotros otra existencia mas que
ser una producción de nuestra mente, y si se examina la
verdadera naturaleza de éste objeto, uno se percata de
que es también la total vacuidad.
El hecho de poder permanecer en la contemplación de la
propia mente es el resultado de un entrenamiento que se parece
a cualquier entrenamiento. Simplemente que en el caso de la mente,
se trata de un entrenamiento en el que los músculos no
toman parte. Dicho en claro, eso significa que hay que meditar.
Todas las enseñanzas son muy buenas, pero no deben convertirse
en una especie de tesoro o de alimento intelectual que uno acarrea
consigo o que se exhibe. De hecho, todas las enseñanzas
y todas las explicaciones dadas están destinadas simplemente
a permitirnos tener la experiencia correspondiente en meditación.
Lodjong es una enseñanza muy simple, pero muy valiosa.
No se deberían recibir tales enseñanzas, si uno
no está realmente decidido a ponerlas en práctica
en la meditación. Cuando uno toma los votos de refugio,
de fiel laico, de monje o de monja, de monje plenamente ordenado
o de monja plenamente ordenada, cuando uno recibe en el curso
de las iniciaciones los votos del vajrayana, todo esto no está
destinado a evitarnos cumplir obligaciones frente a cualquier
deidad ante la que deberíamos rendir cuentas. No, esto
está únicamente destinado a ayudarnos a disipar
los obstáculos, que no están en nuestro exterior
hay muy pocos obstáculos externos en la práctica-
sino que provienen de nosotros mismos. Por eso se toman los votos
y no por otra cosa. Quería marcar la especificidad de los
votos del budismo; es una precisión destinada a facilitar
la práctica. Esto concluye la enseñanza sobre la
bodhicitta a nivel último.
Hay, pues, siete puntos, el segundo relativo al espíritu
del Despertar, en el cual hay un nivel relativo y un nivel último.
Por lo que respecta a la bodhicitta a nivel relativo, lo he explicado
ya claramente. Se desarrolla por la práctica de Tonglen,
meditación que consiste en tomar y dar. Espirando, uno
envía a todos los seres las causas de la felicidad que
uno pueda haber desarrollado en sí mismo. Al inspirar,
uno toma para sí todo el sufrimiento y negatividad de todos
los seres. Así es la visualización, pero lo que
cuenta realmente, es el amor y la compasión que uno desarrolla
y experimenta en su interior. Se trata de un amor y una compasión
que deben ser sinceros y auténticos. ¡No se trata
de hacer una visualización a secas! Es preciso que corresponda
a algo realmente sentido.
El tercer punto consiste en integrar en la vía los elementos
negativos. Cuando se entrena la mente, uno trata de combatir el
aferramiento egocéntrico. Cuando el aferramiento egocéntrico
disminuye, las emociones conflictivas disminuyen, y la mente se
vuelve mas clara. Es indispensable desarrollar puntos de vista
justos, meditar sobre el amor y la compasión, practicar
el desarrollo de la bodhicitta. Pero conviene también ir
mas lejos y, en lo cotidiano, dar la vuelta a todo lo que puede
ser considerado como negativo y trabajar con eso negativo, de
manera que disminuya éste famoso aferramiento egocéntrico.
Eso se hace tanto a nivel relativo cómo a nivel último,
tanto en la fase meditativa cómo en la fase postmeditativa.
Cualesquiera que sean las dificultades y las enfermedades con
las que nos encontremos, en su origen está siempre nuestro
propio aferramiento egocéntrico. ¿Quién es
afectado por lo que es desagradable y doloroso? ¡Soy yo!
Efectivamente, si éste aferramiento egocéntrico
no existiese, nada podría ser desastroso ni irritante.
Por ejemplo, si el traductor comete errores y por ello me enfado,
ésta irritación no viene del traductor sino de mí.
Si yo no tengo ego, no puedo estar irritado. El traductor podría
contar lo que quisiera, eso no me produciría absolutamente
nada. Si yo estoy irritado por algo, si yo sufro por una situación
cualquiera que sea, en el origen de éstos sufrimientos
está mi propio aferramiento egocéntrico. Meditando
así, nos damos cuenta de que todo lo desagradable que nos
llega, se origina en nosotros mismos. Los otros pueden tener un
comportamiento negativo, erróneo o irritante, pero la irritación
que nosotros sentimos está directamente ligada al hecho
de que tenemos un ego. Sin ego, no podríamos ser irritados
y no tendríamos nada que sufrir. Podemos así llegar
a la conclusión de que lo que nosotros encontramos malo
en el mundo es de hecho debido a nuestra percepción. Por
ejemplo, si yo soy juez y el traductor es el interfecto que ha
cometido algo malo, eso irrita mi conciencia moral; pero si eso
me irrita, es por mi culpa, por tener un ego. Por otra parte,
si yo no estoy enfadado y considero que es por mi culpa, el traductor
no será castigado. Y si no es castigado, reincidirá.
Entonces, ¿qué debo hacer? He aquí como arreglaré
el asunto, refiriéndome a una de las historias de las vidas
pasadas del Buda. El Buda era entonces capitán de un gran
navío mercante. En él había mercaderes muy
ricos y marineros. Entre los marineros, uno de ellos estaba celoso
y no soportaba ver a estos ricos mercaderes sin hacer nada, mientras
que él se desriñonaba, para seguir siendo pobre.
Por despecho, decidió poner fin a ésta situación,
simplemente haciendo un agujero en el barco. Pero no contaba con
la clarividencia del que iba a convertirse en el Buda, quién
inmediatamente comprendió la cosa, y mató al marinero.
¿Porqué lo hizo? Era un bodhisattva, no tenía
cólera alguna ni ningún ego; no había pues,
razón para matar a alguien, lo que es un acto particularmente
horrible. De hecho, simplemente reflexionó que, si no mataba
al marinero, las numerosas personas de abordo del barco iban a
morir, y no sólo eso, sino que el marinero tendría
un karma espantoso por haber cometido éste acto motivado
por los celos. A fin de evitar a la vez, a las personas ahogarse,
y al marinero ser enviado a los estados infernales de existencia,
lo mató. El marinero, no habiendo podido acometer su acción
negativa hasta el fin; heredó un karma considerablemente
aligerado; al mismo tiempo, el Buda salvó la vida de los
pasajeros. Es así como yo actuaría.
Así es la integración de los elementos negativos
a nivel relativo. A nivel último, esto tiene lugar cuando
uno ha obtenido una verdadera realización y es capaz de
manifestarse en el nivel de las Tierras Puras. En ese momento,
uno ha realizado perfectamente la vacuidad de todos los fenómenos
y el carácter ilusorio de esas manifestaciones, pero permanece
consciente, sin embargo, del sufrimiento de los seres que quedan
inmersos en ésta ilusión. Para paliar su sufrimiento,
uno manifiesta las Tierras Puras y se manifiesta a sí mismo
de todas las maneras posibles, de modo que se palie un sufrimiento
que uno sabe que es ilusorio en el nivel de realización
en que uno se encuentra, pero que, en el nivel relativo, es perfectamente
real. Uno se consagra a ello, pues, plenamente. Esta es una de
las características de un bodhisattva perfectamente realizado.
En lo que respecta a los bodhisattvas que todavía no han
obtenido la realización, pueden considerar los fenómenos
igual que el Cuerpo de emanación, considerar que el hecho
de que los fenómenos en esencia están vacíos
corresponde al dharmakaya, y considerar, en fin, que el hecho
de que las dos realidades relativa y última- coexisten
sin excluirse corresponde al sambhogakaya.
Os
pongo en guardia contra la falta de mesura o de discernimiento.
Podemos llegar a decirnos: Yo soy el nirmanakaya, el cuerpo
de emanación de los Budas; todo es nirmanakaya, todo es
vacuidad; así pues, nada tiene importancia. ¿Le
has cortado el cuello a un pollo? Eso no tiene ninguna importancia:
yo soy nirmanakaya, él es nirmanakaya e incluso el cuchillo
es nirmanakaya, por consiguiente, todo está bien.
Se trata de un ejemplo grosero y no hay peligro en éste
caso, de falsa concepción... Pero hay que tener cuidado,
cuando uno está cegado por sus deseos, tiene a menudo tendencia
a retorcer el cuello a las apariencias y a la realidad para hacerlas
corresponder a nuestros deseos. ¡No imaginéis que
está bien pasearse completamente desnudo en público
porque todo el mundo es nirmanakaya!
El cuarto punto es: integración en la vida cotidiana de
la vía. La bodhicitta y el entrenamiento de la mente no
deben quedarse en cosas a parte en nuestra existencia, sino llegar
a ser una costumbre en todo momento. Hay que utilizar todas las
experiencias y circunstancias para ver nuestro egocentrismo en
acción y para intentar subyugarlo y constantemente aminorarlo.
Esto debe llegar a ser totalmente natural: cada vez que uno se
encuentre ante algo desagradable un problema o una enfermedad-
uno debe ver inmediatamente que eso proviene del ego y del karma.
¡Y es el gran momento de que nos liberemos de la jaula del
ego!
Más en particular, hay algo para practicar y asentar para
el momento preciso de la muerte. Es muy importante llegar al momento
de la muerte liberado del máximo de ataduras, sobre todo
de ataduras materiales. Cuando uno ve la muerte aproximarse y
uno sabe que ya no hay salida, es extremadamente importante deshacerse
de todas nuestras posesiones. Uno las lega sin problemas diciendo:
Yo lego esto a mis hijos, mi familia, mis amigos; pueda
eso ayudarles a alcanzar el Despertar. Y si se desea, es
bueno utilizar una parte de las posesiones para practicar la generosidad;
se hace lo mas sinceramente que se pueda, siendo consciente de
deshacerse de un fardo. Importa haber dispuesto de los bienes
antes de la muerte y no abordar el último momento de la
vida con la preocupación en la cabeza ¡del dinero
que uno tiene en el banco! Hay que partir con la mente verdadera
y completamente desembarazada de toda atadura material. En el
momento de morir, si se puede, uno se sienta en la postura de
meditación, si no, hay que acostarse sobre el costado derecho,
situando si es posible, la mano bajo la mejilla, el meñique
tapando la nariz derecha. Desde entonces y hasta el momento de
la muerte, uno se consagra a la práctica de Tonglen (tomar
y dar), esforzándose en ir poco a poco hacia una meditación
que nos lleve a la contemplación de la realidad última
de los fenómenos. Uno puede también formular deseos:
Pueda yo, durante mi tránsito por el bardo, ser útil
al mayor número posible de seres. Pueda yo volver a manifestarme
en las Tierras Puras y obtener el Despertar de manera que libere
del sufrimiento al máximo de seres. Es muy importante
morir haciendo esa clase de deseos.
El quinto punto se refiere al hecho de medir nuestro progreso
en el entrenamiento de la mente. La única medida válida
es la disminución del aferramiento egocéntrico.
Esto debe ser hecho de la manera mas objetiva posible. No se trata
de congratularse diciendo: ¡ahora ya no tengo ego,
es fantástico! sino simplemente de ser consciente
de los progresos que uno ha podido hacer, o no hacer. Para eso,
basta mirar nuestras reacciones ante las situaciones inesperadas
o desagradables: ¿reaccionamos con violencia, con calma,
con compasión, con amor respecto a los otros? Ahí
es donde verdaderamente uno puede medir su progreso y conviene
ser realmente sincero en éste examen.
El sexto punto lleva a los compromisos del entrenamiento de la
mente y el séptimo consiste esencialmente en consejos que
permiten permanecer en la vía del entrenamiento de la mente.
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